Como habrán notado, en los últimos meses casi no escribí nada sobre las elecciones en EUA. No dudo su trascendencia. Pero, a diferencia de los noventa, el tema de la economía brilló por su ausencia. Claro, Kerry criticó a Bush por su irresponsabilidad fiscal y por el deterioro en el mercado laboral que se presentó en los últimos cuatro años. Por su parte, Bush respondió que sus recortes a los impuestos --su principal política económica--estimularon a la débil economía que heredó. Sin embargo, todo parece indicar que otros temas, como los "valores morales" y el terrorismo, fueron mucho más importantes para los electores.
¿Y ahora qué podemos esperar en los próximos cuatro años? Como bien describe esta nota, las prioridades de Bush en su segundo periodo presidencial serán:
1. Hacer que los recortes impositivos "temporales" aprobados en años recientes se vuelvan permanentes.
2. Simplificar el régimen de impuestos, lo cual implica sustituir gradualmente el impuesto sobre la renta por un impuesto al consumo
3. Privatización parcial de la seguridad social y del financiamiento estatal de la salud.
4. Reformas legales para limitar los daños concedidos en demandas judiciales.
A primera vista, parece una agenda ambiciosa. Pero en la práctica, sólo el punto (1) y, quizá, el (4) tienen muy altas probabilidades de ser aprobados. Respecto al punto (2), sería un paso sin precedente y es dudoso que incluso la derecha dura tenga las ganas de luchar por una medida que será muy, muy poco popular, incluso entre los electores conservadores.
Cierto, la idea de sustituir al complicado e ineficiente ISR por una suerte de IVA tiene muchos méritos prácticos. Además, se puede hacer un buen argumento de el gasto es un mejor instrumento para redistribuir el ingreso que los impuestos. Sin embargo, la redistribución vía gasto es menos "visible" que el pago de impuestos, por lo cual la viabilidad política de esta idea es casi nula. Además, es probable que la transición de un régimen fiscal a otro reduzca los ingresos, por lo menos en el corto plazo.
Respecto al número 3, la privatización de la seguridad social, tanto en el ámbito de pensiones como de gastos médicos, también tiene sus puntos a favor. Sin embargo, en un país demográficamente maduro como EUA, pasar del régimen actual (los beneficios de los jubilados son pagados por las aportaciones actuales de los trabajadores) a uno basado en cuentas privadas individuales (cada quien ahorra para su retiro y gastos médicos) implica altos costos iniciales, conocidos como gastos de transición, aunque a la larga probablemente el país ahorre dinero. Esta nota ofrece una discusión interesante de los puntos a favor y en contra.
En resumen, las principales propuestas (1 a 3) de Bush implicarían costos para el gobierno. Si éste partiera de una fuerte posición fiscal, bien podría asumir esos costos para obtener beneficios a largo plazo. Pero la realidad es que el gobierno estadounidense enfrenta un déficit cercano al 4% del PIB, el cual tenderá a ampliarse en la medida en que el gasto gubernamental subirá con el envejecimiento de la población. Además, en materia de gasto, los hechos confirman que Bush no tiene la más mínima disciplina.
Hasta ahora, el deterioro fiscal no se ha reflejado en las tasas de interés. Pero si Bush promueve cualquiera de sus iniciativas sin hacer un esfuerzo creíble para reducir el gasto gubernamental, es muy probable que las tasas se disparen y se detone un ciclo vicioso. De hecho, el simple hecho de hacer permanentes los recientes recortes a los impuestos minará lentamente la solvencia financiera del país sin una reforma en el gasto.
¿Prevalecerá esta prudencia mínima? No sé. El Partido Republicano tiene una mayoría incluso mayor en el legislativo que en el primer periodo de Bush y tampoco han sido paragones de la responsabilidad fiscal. Eso podría tentarlos a impulsar estas iniciativas sin un cambio en el patrón del gasto, con resultados que sólo pueden ser negativos en el mediano y largo plazo.
Visto de esta forma, no hay motivos para ser optimistas en el ámbito de la macroeconomía estadounidensia. En el plano micro, Bush ha probado ser, en el mejor de los casos, un presidente muy indiferente al libre comercio (recordemos que impuso fuertes tarifas al acero y los textiles y no ha hecho mucho para promover la ronda de Doha) y un amigo de los subsidios.
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