viernes, noviembre 05, 2004

Los economistas hablan

Los economistas bajaron de la montaña y nos dicen que no ven cómo George W. Bush puede poner en práctica su agenda económica para su segundo periodo (ver la nota previa) sin que las finanzas públicas de Estados Unidos terminen como las de Argentina. En esencia, todas las propuestas macro de Bush implican una caída en los ingresos gubernamentales y todos los analistas concuerdan que no tiene la más mínima restricción de controlar (y mucho menos reducir) el gasto gubernamental para mantener el equilibrio.

Este indispensable artículo de Sebastian Mallaby resume las opciones que enfrenta Bush, así como su impacto. Por su parte, Stephen Roach discute las implicaciones de la agenda de Bush para la economía mundial.

Lo más interesante es que ambos concuerdan que la única forma en que la agenda de reducción de impuestos y reformas/privatización a la seguirdad social de Bush podría funcionar es si lograra elevar sustancialmente el ritmo de crecimiento de Estados Unidos. Esto permitiría que los déficits, como proporción del PIB, se mantengan en un rango razonable. Sin duda, esta es la lógica de Bush y sus asesores.

Pero es muy, muy poco probable que esta apuesta funcione. Mallaby argumenta que las propuestas de Bush en efecto podrían elevar la tasa de crecimiento de la economía, pero el impacto sería muy reducido. Por su parte, Roach señala que para que acelerar el crecimiento se requerirían tres condiciones: la productividad laboral en EUA tendrá que mantener su alto ritmo de crecimiento, los extranjeros deberán seguir financiando los déficits estadounidenses y Bush también tendría que promover el crecimiento por otros medios, como una mayor liberalización del comercio exterior. Sin embargo, considera que no son supuestos muy realistas y que, de hecho, esta estrategia corre el riesgo de ser contraproducente.

Estas palabras de Mallaby me dejaron frío:

Even if you assume improbable amounts of political courage in a second Bush
term, the chances that the administration could come up with something dramatic
enough to forestall fiscal disaster are between modest and zero.

The basic premise of the tax cuts--that the size of government can and should be
contained--is ahistorical and wrong. Ahistorical, because government's share of
GDP has in fact grown steadily as societies have grown richer over the past
century. Wrong, because government in the age of the baby bust is going
inevitably to grow. Bush has failed to understand where history is headed, and
history will judge him harshly for it.


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