En Norteamérica, nuestra verdura favorita está causando estragos. Afortunadamente, no están atacando inocentes en las calles. Más bien, el problema es que escacean y no es asunto menor.
Como resultado de las lluvias en California, los huracanes en Florida y las plagas en México, hay pocos tomates (jitomates en mexicano) y su precio está al doble de su nivel habitual. Esto afecta a todos, desde los propietarios de restaurantes hasta los banqueros centrales.
En Estados Unidos, la escacez de tomates está forzando a diversos restaurantes a alterar sus menús e incluso sus recetas (ver esta nota).
Pero eso no es nada comparado a los problemas observados en México. En este país, los hogares destinan el 0.5% de su gasto a la compra de tomates frescos, cuyo precio aumentó 62% en los últimos 12 meses. Eso implica que por sí mismos, añadieron 30 puntos básicos (0.3%) a la inflación en este periodo, que llegó a 5.4% en total, comparada con la inflación de 4% observada en 2003.
De hecho, Gray Newman, un economista de Morgan Stanley, señala que los tomates, junto con la carne y los huevos (cuyo precio también se disparó por el cierre sanitario/proteccionista de muchas importaciones a principios de año), explican casi todo el aumento en la inflación mexicana. No es un asunto trivial: el alza en la inflación ya empujó a las tasas de interés de cerca de 5% el año pasado a 8% actualmente.
Vaya que esto es suficiente para quitarle el apetitdo a cualquiera.
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