Los mercados emergentes viven una suerte de epoca de oro. Los diferenciales de sus bonos con las tasas estadounidenses están en mínimos históricos y el año pasado el índice MSCI de mercados emergentes subió 30.3%. Sus monedas, en general, se han apreciado contra el dólar. Gracias a la fortaleza de la economía mundial, tanto los exportadores de manufacturas como los productores de materias primas prosperan. Y su perfil financiero es bastante sólido: superávits en la cuenta corriente y un fuerte desapalancamiento.
Pero las ganancias financieras han sido tan fuertes que quedan vulnerables a cualquier mala noticia. Y curiosamente, Islandia, un país que asociamos con prudencia nórdica, presenta hoy el terror de los emergentes durante la década pasada: un déficit de cuenta corriente de 12% del PIB en 2005. La semana pasada, su moneda cayó 10% en un día cuando Fitch redujo su calificación soberana (ver los detalles aquí), creando un minipánico en otras divisas emergentes.
¿Que muestra esto? Que hay nerviosismo y que cualquier evento negativo puede desatar tormentas. De alguna forma, no compro el argumento de que las tasas de largo plazo en EUA y Europa están tan bajas porque los inversionistas preven una disminución permanente en la inestabildiad financiera mundial.
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