Alan Krueger y Marie Connelly, dos economistas de la Universidad de Princeton, acaban de publicar un extenso estudio sobre el análisis económico de la industria de la música pop (en corto, ?rockonomía?). De entrada, cabe advertir que no es una lectura muy amena, pero sí es relativamente accesible incluso para quienes tienen conocimientos básicos de economía (para los demás, hay mucha información interesante).
Este trabajo presenta muchos puntos interesantes. Por ejemplo, los autores señalan que es probable que la caída global en las ventas de discos sean la causa de la fuerte alza en el precio de los boletos de los conciertos de rock en los últimos años. Al parecer, los artistas buscan compensar la baja en la primera fuente de ingresos con un aumento en la segunda.
Lo que más me sorprendió es la enorme complejidad de la industria de la música. Literalmente, hay decenas de miles de proveedores, millones de productos y miles de millones de consumidores. La relación entre los artistas, productores y distribuidores de música involucra contratos singulares para repartir riesgos y asignar incentivos. A todo esto hay que agregar el incierto impacto de la tecnología en cada una de las facetas del negocio.
Los autores muestran que en realidad conocemos poco a este negocio y lo entendemos menos, pese a su gran visibilidad e importancia. Por ejemplo, hasta ahora nadie ha podido demostrar con contundencia cuál es el verdadero impacto de las descargas gratuitas de canciones en redes P2P en las ventas de discos.
Sin duda, la rockonomía parece tener un futuro muy prometedor.
miércoles, abril 27, 2005
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