En marzo, los inversionistas temían un repunte en la inflación estadounidense derivado del alza abrupta en los precios del petróleo y otras materias, que a su vez era consecuencia del fuerte crecimiento en EUA y China. Como resultado, las tasas de interés de los bonos de 10 años del Tesoro subieron de 4% a 4.6%, algo que le pegó duro a sectores ligados a las tasas como el financiero y los valores emergentes.
Este mes, el panorama cambió radicalmente. Tras una serie de sorpresas negativas --sobre todo los reportes decepcionantes de empleo y ventas minoristas en EUA--ahora los inversionistas temen lo contrario: que el crecimiento económico en Estados Unidos se frenará. El resultado: las tasas de interés de largo plazo se desplomaron junto con las acciones.
Como decimos en mi pueblo, es un clásico bandazo. Posiblemente sea una tormenta en un vaso: a final de cuentas, los indicadores mensuales suelen ser muy volátiles. Pero tampoco hay que olvidar que la naturaleza del actual ciclo económico en EUA es frágil, ya que la expansión descansa en los hombros del heróico consumidor yanqui, el cual a redujo su tasa de ahorro a cero. Si no repunta el empleo y la inversión, tenemos problemas.
En fin. En esta nota elaboro un poco más este interesante tema.
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