El semanario The Economist dedicó un largo artículo la semana pasada a las ventajas de los sistemas fiscales de tasa uniforme. Es una idea que me atraé, pero el análisis de esta revista tiene una enorme omisión.
En esencia, este sistema cobra la misma tasa al ingreso neto captado por todos los contribuyentes (empresas e invididuos). Actualmente, en la gran mayoría de los países se cobran múltiples tasas, las cuales aumentan conforme al ingreso. Cabe notar que incluso en los sistemas de tasa uniforme pueden existir variaciones: la tasa para los individuos no suele ser igual a la tasa aplicada a las empresas y, en general, no se gravan los ingresos hasta un cierto nivel mínimo.
El sistema de tasas uniformes ofrece varias ventajas: 1) reduce enormemente los costos de cobranza del gobierno; 2) minimiza los incentivos y las oportunidades para la evasión fiscal; 3) baja los costos de cumplimiento de los contribuyentes; y 4) impide que los legisladores interfieran en la asignación economica de recursos mediante distorsiones como exenciones fiscales para ciertas industrias/actividades.
¿Suena exótico? Pues varias naciones de Europa del Este ya instrumentaron sistemas de tasa uniforme y parece que están funcionando bien.
Claro, hay una objeción importante a los impuestos de tasa uniforme: van en contra de la justicia social. En otras palabras, los ricos deben pagar más y los pobres menos. La desventaja de estos sistemas de fiscalización "progresiva" es que imponen una gran complejidad a los códigos fiscales (elevando los costos asociados) y permiten la manipulación política de los mismos. The Economist argumenta que esto lleva a que a final de cuentas los ricos terminan pagando en muchos casos la misma proporción de su ingreso en impuestos que la clase media.
Resumiendo, hay argumentos muy poderosos a favor de los impuestos uniformes en términos de costos. Pero The Economist cometió un grave error: no se puede hablar de impuestos sin tocar el tema de cómo se gastan.
El sistema fiscal tiene dos caras: la recaudación de ingresos y la distribución del gasto. Bajo la óptica de la justicia social, es claro que las dos tienen la misma importancia. De nada sirve que los impuestos sean "progresivos" si el gasto es regresivo (los ricos reciben más que los pobres). El enorme problema que existe en todo el mundo es que nadie sabe que tan progresivo es el gasto de los gobiernos (en general). En lo personal, yo sospecho que es poco progresivo en el mundo industrializado y en países como México tiende a ser regresivo. Si alguien conoce estudios sobre este punto, por favor avísenme.
Tomando esto en cuenta, yo favorecería un sistema de tasa uniforme (con un ingreso mínimo exento) por el enorme ahorro que generaría para todos en términos de costos. Pero al mismo tiempo exigiría que todo el gasto gubernamental fuera evaluado en términos de justicia y equidad, de tal forma que se favorezca a los que menos tienen.
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