Cada año, el Foro Económico Mundial publica un informe en donde ordena a los países según la competitividad de sus economías. Si miramos los resultados, en la práctica dicha lista parece una calca de otra en donde se ordenan los países según su ingreso por habitante. Lo cual nos lleva a los absurdos de la tautología: un país es rico porque es competitivo y viceversa.
El problema empieza con la definición misma de ese término o, para ser más preciso, los múltiples significados del mismo, como ilustra esta nota. Pero incluso si tomamos una definición específica, la competitividad tiene cierto sentido sólo en el ámbito de los negocios y no de los países, como bien explica John Kay en este artículo.
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