viernes, septiembre 26, 2003

La amenaza amarilla....

Desde hace tiempo me llama la atención el tema de China. Es impresionante cómo en cuestión de un año pasó de ser un tópcio cubierto sólo por la prensa especializada a una de los temas centrales de la agenda económica de buena parte de los países de la tierra.

No es para menos. En 20 años, el gigante asiático pasó de ser un reino hermitaño a una de las principales economías del planeta. Los datos hablan por sí mismos: sus exportaciones crecen a una tasa de 30% anual y su economía a más de 7% anual real.

Sin duda, se trata de una de las grandes historias de éxito económico, una que ha mejorado el nivel de vida de cientos de millones de personas. Como tal, el éxito de China es algo que todos debemos celebrar.

No obstante, el resurgimiento económico de China (nota: sí, resurgimiento, ya que hasta el s. XIX era por mucho la economía más grande del planeta) está causando tensiones. De México a la India, pasando por Estados Unidos, Japón, etc., esa nación es acusada de devastar la planta industrial del resto del mundo, atrayendo inversión y trabajos mediante salarios bajos y un tipo de cambio subvaluado.

Como todo mito, en el fondo tiene una base real. La verdad es mucho más compleja. La enorme pérdida de trabajos industriales en México y EUA se puede atribuir más a los increíbles avances en productividad y a la desaceleración de la demanda de fines del 2000 en adelante que a la competencia china.

De hecho, si uno revisa los datos, las importaciones de productos chinos --que crecen a tasas de 30% + en EUA y 40%+ en México--en realidad sólo está desplazando a las importaciones de otras naciones asiáticas. En México, las importaciones totales de Asia registraron prácticamente nulo crecimiento en el primer semestre, por debajo del promedio general.

En fin, este tema da mucho de qué hablar y regresaré a él constantemente no sólo por su importancia --la presión que el G-7 está ejerciendo para que el yuan se revalúe es muestra suficiente--sino porque en los medios se trata con una superficialidad pasmosa.

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