Entre viajes, trabajo y mil asuntos de plano no he tenido tiempo de escribir. Cosas de la vida. Intentaré darme un poco más de tiempo para el blog, pero la verdad es que me esperan algunas semanas difíciles.
Por lo pronto, sigo escribiendo los martes en El Financiero, por si alguién está interesado. Esta semana me asignaron el no muy grato y definitivamente poco original tema de revisar el impacto del ataque terrorista en Gran Bretaña. La verdad es que no hay mucho que decir: si bien la libra y el FTSE 100 bajaron, en dos días habían recuperado las muy limitadas pérdidas. Por tanto, aproveché para hacer un breve resumen de la economía del Reino Unido, incluyendo sus paralelos con la estadounidense.
Lo único que destacaría es que la desaceleración de la inflación inmobiliaria ya se está dejando sentir en las ventas minoristas. Probablemente sea un presagio de lo que veremos en Estados Unidos en algunos trimestres. No obstante, sigue siendo una economía fuerte que, al estar orientada al sector de servicios, está mejor posicionada que otras para sobrellevar el reto de China sin demasiado sproblemas.
No se puede decir lo mismo de Estados Unidos. Si bien la economía inglesa presenta desequilibrios similares (gasto excesivo, déficits de cuenta corriente y fiscales), son de una magnitud mucho menor que en el coloso norteamericano. En ese sentido, lo único que vale resaltar, siguiendo a Stephen Roach, es que el sistema económico actual presenta vulnerabilidades importantes. Algún shock, como un alza incluso mayor del precio del petróleo o un ataque terrorista de mucho mayor escala, podría desatar consecuencias muy negativas en el plano económico.
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