Si alguien llevara a cabo una encuesta mundial que preguntara cuál es la principal asipiración financiera de las familias, sin lugar a duda "tener casa propia" ocuparía el primer lugar.
La asociación metafórica de los ladrillos y el cemento con la solidez, en todos los sentidos de la palabra, explican esta actitud. Y, de hecho, en los países para los cuales existen datos de largo plazo todo apunta a que es una inversión que arroja retornos ligeramente superiores a la inflación.
Dicho esto, es una inversión que tiene serias desventajas. Comparada con otras opciones de inversión, los costos pueden ser más altos (a las acciones no les salen goteras), la liquidez es baja y el retorno promedio deja mucho que desar, aunque a veces pueden ser muy altos. En lo personal, también dudo mucho que en términos netos los beneficios intangibles de "ser propietario", como un mayor sentido de responsabilidad cívica, sean muy válidos. (De hecho, alguna vez leí un estudio en donde se argumentó convincentemente que ser propietario de una casa disminuía la movilidad laboral geográfica, algo negativo para la economía del país y del individuo).
Como pueden ver, no soy muy aficionado a la idea de tener casa propia (aunque sí soy dueño de mi inmueble; cedí ante las inclinaciones de mi esposa, las cuales tienen una larga e interesante historia que dejaré para otra ocasión). Pero diga lo que diga, es el principal activo familiar en casi todo el mundo.
Para los dueños, sobre todo en los países que registran una fuerte y prolongada apreciación inmobiliaria (RU, España, Australia, EUA, etc.), existe el dilema de qué hacer cuando se sospecha que los precios de las casas pueden empezar a bajar, una posibilidad muy real. Fuera de vender y rentar en otro lugar, no hay defensa.
Por eso es tan interesante el producto que promueve el distinguido economista Robert Schiller. Se trata de futuros (como los de petróleo, pancitas de puerco, etc.) ligados a índices locales de precios de casas, que permitirán cubrirse contra caídas en los precios de los inmubles o apostar a favor de ellos (habrá un futuro estándar y un "espejo" basado en el inverso del índice en cuestión). De hecho, Schiller desde hace tiempo ha tenido la idea de vender productos similares ligados a variables como el nivel de empleo, el PIB, etc. que permitirán a las personas cubrirse contra riesgos que afectan al activo más importante, aunque intangible: su capital "humano".
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