miércoles, diciembre 15, 2004

El futuro del cemento y los ladrillos

Si alguien llevara a cabo una encuesta mundial que preguntara cuál es la principal asipiración financiera de las familias, sin lugar a duda "tener casa propia" ocuparía el primer lugar.

La asociación metafórica de los ladrillos y el cemento con la solidez, en todos los sentidos de la palabra, explican esta actitud. Y, de hecho, en los países para los cuales existen datos de largo plazo todo apunta a que es una inversión que arroja retornos ligeramente superiores a la inflación.

Dicho esto, es una inversión que tiene serias desventajas. Comparada con otras opciones de inversión, los costos pueden ser más altos (a las acciones no les salen goteras), la liquidez es baja y el retorno promedio deja mucho que desar, aunque a veces pueden ser muy altos. En lo personal, también dudo mucho que en términos netos los beneficios intangibles de "ser propietario", como un mayor sentido de responsabilidad cívica, sean muy válidos. (De hecho, alguna vez leí un estudio en donde se argumentó convincentemente que ser propietario de una casa disminuía la movilidad laboral geográfica, algo negativo para la economía del país y del individuo).

Como pueden ver, no soy muy aficionado a la idea de tener casa propia (aunque sí soy dueño de mi inmueble; cedí ante las inclinaciones de mi esposa, las cuales tienen una larga e interesante historia que dejaré para otra ocasión). Pero diga lo que diga, es el principal activo familiar en casi todo el mundo.

Para los dueños, sobre todo en los países que registran una fuerte y prolongada apreciación inmobiliaria (RU, España, Australia, EUA, etc.), existe el dilema de qué hacer cuando se sospecha que los precios de las casas pueden empezar a bajar, una posibilidad muy real. Fuera de vender y rentar en otro lugar, no hay defensa.

Por eso es tan interesante el producto que promueve el distinguido economista Robert Schiller. Se trata de futuros (como los de petróleo, pancitas de puerco, etc.) ligados a índices locales de precios de casas, que permitirán cubrirse contra caídas en los precios de los inmubles o apostar a favor de ellos (habrá un futuro estándar y un "espejo" basado en el inverso del índice en cuestión). De hecho, Schiller desde hace tiempo ha tenido la idea de vender productos similares ligados a variables como el nivel de empleo, el PIB, etc. que permitirán a las personas cubrirse contra riesgos que afectan al activo más importante, aunque intangible: su capital "humano".


martes, diciembre 07, 2004

Crónica de una devaluación anunciada

Sí, me refiero al dólar. Por mi lado, tengo poco que agregar, pero he encontrado algunos análisis interesantes en mis rondas:

+Andy Xie, de Morgan Stanley, señala que el meollo del problema es que EUA debe ahorrar más y, por ende, depender menos del capital extranjero para financiar sus necesidades de inversión. Para lograr este objetivo, se requiere un alza en las tasas de interés, las cuales incentivan el ahorro directamente y disminuyen la propensidad de consumo de forma indirecta (vía efectos de riqueza: un alza en las tasas tiende a reducir el valor de activos como acciones, bonos de largo plazo y bienes raíces). La depreciación del dólar es un medio para subir las tasas, aunque muy indirecto (vía un alza en la inflación) y, dado el limitado papel del comercio externo en la economía de Estados Unidos, no muy eficaz (en otras palabras, se requiere una depreciación masiva para que ésta tenga efectos notables). Por tanto, argumenta que los países asiáticos deben cambiar la composición de sus reservas internacionales, vendiendo los bonos de largo plazo y pasando ese dinero a papel de corto plazo. Esto elevaría las tasas en EUA sin que el dólar tenga que pasar por un ajuste extremo y desestabilizador.

+Para Europa, la caída del dólar representa un serio problema, dado que las exportaciones de la zona euro son equivalentes a casi el 40% de su PIB. Para compensar el golpe que la apreciación del euro propinará al sector exportador, se requiere un alza en el consumo privado. Pero esto será difícil al menos que se lleven a cabo reformas para liberalizar los mercados laborales y reducir las altísimas tasas de desempleo.

+Ken Rogoff y Maurice Obstfeld publicaron recientemente un estudio sobre el tema del déficit externo de Estados Unidos. Es interesante porque describe cómo funcionaría la mecánica de dicho ajuste. The Economist presentó un buen resumen (se requiere suscripción) del mismo. Cito las partes más relevantes:

Many economists try to estimate how much the dollar needs to fall in order
to eliminate or at least to reduce the current-account deficit. But Mr Obstfeld
and Mr Rogoff argue that such analysis is flawed. America's current-account
deficit reflects inadequate domestic saving. Cutting it therefore requires that
American saving rises or that demand in the rest of the world increases. A fall
in the dollar would be a by-product of this adjustment. But without an increase
in saving, even a big fall in the dollar would make only a small dent in
America's current-account deficit.
The two economists assume that the current-account deficit shrinks as a result either of increased saving by American households (because, for instance, the country's house-price boom ends)
or of a strengthening of demand in Asia and Europe. Then, using a model of the
global economy, they focus on the changes in relative prices of traded and
non-traded goods needed to ensure that demand matches supply in domestic product
markets as the current-account deficit narrows.
According to conventional wisdom, a weaker dollar reduces the trade deficit by boosting American exports. That is true, but Mr Obstfeld and Mr Rogoff argue that the main pressure for a
fall in the dollar comes instead from the need to encourage Americans to consume
fewer traded goods (ie, both imports and goods that could be exported) and to
buy more non-traded goods and services. If the current-account deficit is
reduced through an increase in household saving, spending on non-traded as well
as traded goods will drop. To maintain equilibrium in domestic markets and to
prevent a rise in unemployment, the consumption of non-traded goods needs to
rise relative to that of traded goods. This in turn requires a decrease in the
relative price of non-traded goods. This means that the dollar's real exchange
rate must fall.
From this way of viewing the likely fall in the dollar, the substitution of American for foreign traded goods is less important than of non-traded for traded goods. But because traded goods account for only around 25% of America's GDP, the current-account deficit of 5-6% of GDP amounts to an
enormous 20-25% of traded-goods production. Thus closing the external deficit
while maintaining domestic equilibrium requires a big change in the relative
price of non-traded versus traded goods, and therefore in the exchange rate.

martes, noviembre 30, 2004

El dólar y la economía mexicana

El tema du jour es qué va a pasar con el dólar. Si bien la moneda estadounidense ya acumulaba una caída de más de 30% en los últimos tres años ante las principales divisas de reserva, la reelección de George W. Bush y la perspectiva de otros cuatro años de locura fiscal está propiciando un aceleramiento en el ajuste del dólar.

Ya conocen la letanía: Estados Unidos tiene un déficit con el exterior de casi 6% del PIB, un nivel muy alto que refleja la diferencia entre el gasto y el ingreso nacional (o entre la inversión y el ahorro doméstico). Este hoyo tiene que ser tapado con flujos de capital del exterior y los extranjeros ya no creen que Estados Unidos seguirá presentando las mejores cifras de crecimiento del mundo industrializado. Ergo, no seguirán enviando tanto dinero y el dólar tendrá que caer. Stephen Roach, de Morgan Stanley, predica este sermón cada semana.

Este seguramente será el tema que dominará la discusión en este ámbito por mucho tiempo. Y créanme que no tiene nada de sencillo. Lo abordaré a detalle en las próximas semanas.

Por lo pronto, ¿cómo afectaría una caída del dólar a la economía mexicano? Aquí está mi primer intento para responder esta pregunta. En general, el diagnóstico no es favorable.

Una caída del dólar implica alzas en las tasas de interés y un desaceleramiento (o incluso contracción si las cosas se salen de control) del consumo en ese país. Eso por definición tiene un impacto negativo en las exportaciones mexicanas, pase lo que pase con el peso (en realidad, los movimientos cambiarios inciden muy poco en las exportaciones nacionales).

Lo único que podría amortiguar este golpe sería aprovechar el otro lado de la moneda: la apreciación del yen, del euro y similares. Desafortunadamente, no veo que México se pueda beneficiar mucho. Las exportaciones a Europa y Japón apenas representan el 5% del total, por lo que incluso si asumimos un fuerte crecimiento (cosa que no se ha dado en los últimos tres años pese a la ya considerable apreciación de esas divisas) tardará años en tener un impacto notable. Tampoco hay muchas perspectivas de que las empresas de esos países utilicen a México como plataforma para exportar a EUA.

En el ámbito financiero, cabe recordar que casi toda nuestra deuda extranjera está en dólares, por lo cual resentiremos cualquier alza en las tasas de interés estadounidenses. Asimismo, es en extremo improbable que los flujos dirigidos a EUA actualmente se transfieran a México u otros países emergentes.

En resumen, la caída del dólar representa malas noticias para México. Si a esto añadimos nuestro teatro del absurdo en la arena política, los próximos dos años podrían resultar más complicados de lo que están tomando en cuenta los precios de los activos financieros mexicanos.

sábado, noviembre 27, 2004

Sigo vivo en el país del realismo mágico.

Una carga de trabajo inhumana de trabajo me impidió escribir. Pero también he de admitir que mis ánimos han estado decaídos por la situación en México.

El lío en torno al presupuesto de 2005 influye. Puedo resumirlo de forma sencilla: el legislativo, controlado por la oposición del PRI y el PRD, se unió para aprobar un presupuesto al que se opone el gobierno.

Este presupuesto, obviamente, es favorable políticamente para la oposición: aumenta las transferencias a los estados (que son las bases del poder del PRI y PRD), los cuales son financiados con recortes al gasto del gobierno federal. Hasta aquí, nada nuevo: es algo que se puede ver en todo país democrático (basta recordar las batallas presupuestales del presidente Clinton con el Congreso controlado por los republicanos).No obstante, parece que los recortes le pegarán a programas federales útiles y todo aumento en el gasto con fines electorales necesariamente implica un alto grado de desperdicio, lo cual es lamentable.

Sin embargo, el verdadero significado radica en dos puntos. En primer lugar, resulta que --a diferencia de todas las demás leyes--el presidente no puede vetar el presupuesto. Esto implica un grave desequilibrio en la división de poderes y, como tantas cosas, confirma el nefasto legado de siete décadas de gobiernos del PRI: la constitución tiene esta laguna porque bajo el viejo régimen era incocebible que la Presidencia y el Congreso estuvieran controlados por partidos distintos. El presidente afirma que va a impugnar el presupuesto: no queda claro cómo ni qué resultado habrá. En segundo lugar, augura que el combate en torno al presupuesto será, literalmente, sanguinario en 2005, ya que será el último presupuesto antes de las elecciones de 2006.

Va sin decir que es lo que menos necesita el país. En el ámbito económico, 2005 empieza a dar miedo por una sencilla razón: es posible que Estados Unidos, nuestro motor económico, presente una crisis en su moneda que llevaría a una baja en su consumo y un alza en sus tasas de interés, lo cual nos podría pegar muy duro.

Pero esto no es lo peor. Lo que realmente me deprimió fue el linchamiento de 3 policias en un barrio de la Cd. de México (ver nota). Ni las autoridades locales ni las federales levantaron un dedo para impedirlo, pese a que todo se transmitió en vivo por la televisión y la turba sabía que eran policías. No es la primera vez que algo similar sucede y hasta ahora todos los linchamientos han quedado impunes.

Esto ilustra lo que es México hoy: un país en donde los gobiernos no están dispuestos a recurrir al uso legítimo de la fuerza, un país sin ley y un país sin la mínima rendición de cuentas (ningún alto funcionario ha sido cesado y seguramente sólo habrá chivos expiatorios de nivel bajo).

Sí, México es un país donde impera el realismo mágico; lo malo es que es magia negra....

Reitero mi pronóstico pesimista: este país requiere reformas a fondo, pero no veo cómo se van a aprobar sin una crisis de grandes dimensiones.

Ojalá me equivoque.



miércoles, noviembre 17, 2004

Cuando los tomates atacan....

En Norteamérica, nuestra verdura favorita está causando estragos. Afortunadamente, no están atacando inocentes en las calles. Más bien, el problema es que escacean y no es asunto menor.

Como resultado de las lluvias en California, los huracanes en Florida y las plagas en México, hay pocos tomates (jitomates en mexicano) y su precio está al doble de su nivel habitual. Esto afecta a todos, desde los propietarios de restaurantes hasta los banqueros centrales.

En Estados Unidos, la escacez de tomates está forzando a diversos restaurantes a alterar sus menús e incluso sus recetas (ver esta nota).

Pero eso no es nada comparado a los problemas observados en México. En este país, los hogares destinan el 0.5% de su gasto a la compra de tomates frescos, cuyo precio aumentó 62% en los últimos 12 meses. Eso implica que por sí mismos, añadieron 30 puntos básicos (0.3%) a la inflación en este periodo, que llegó a 5.4% en total, comparada con la inflación de 4% observada en 2003.

De hecho, Gray Newman, un economista de Morgan Stanley, señala que los tomates, junto con la carne y los huevos (cuyo precio también se disparó por el cierre sanitario/proteccionista de muchas importaciones a principios de año), explican casi todo el aumento en la inflación mexicana. No es un asunto trivial: el alza en la inflación ya empujó a las tasas de interés de cerca de 5% el año pasado a 8% actualmente.

Vaya que esto es suficiente para quitarle el apetitdo a cualquiera.

Problemas técnicos

Durante cinco días experimenté una sensación extraña: estar fuera de línea. Vaya que se siente como si a uno le hubieran amputado algo. No fue parte de un ejercicio zen para reencontrarme conmigo mismo. Mi #$(/%) ISP presentó una "falla catastrófica". Me alegra estar de vuelta.

martes, noviembre 09, 2004

la solución de los 150 mil millones de dólares

Ese es el monto de asistencia que deben recibir cada año los países más pobres para alcanzar las Metas de Desarrollo del Milenio, según Jeffrey Sachs, director del Earth Institute de la Universidad de Columbia. Este artículo ofrece un buen resumen de sus argumentos.

Nadie duda que los países más pobres requieren ayuda para salir adelante. Incluso 150 mil millones de dólares no me parece un monto excesivo. La pregunta es cómo evitar que esa enorme suma no termine depositada en las cuentas bancarias de los diversos déspotas, tiranos, generales y burócratas que controlan esas naciones. Sachs afirma que, tomando en cuenta diversos factores, los países más pobres no están particularmente mal gobernados y sus necesidades son tan apremiantes que es mejor arrancar desde ahora.

Yo no estoy tan convencido. En realidad, no veo cómo esos países lograrán salir adelante sin una suerte de "neocolonialismo". Antes de que reciba amenazas de muerte, déjenme explicar. Ni yo ni nadie quiere un regreso a los viejos malos tiempos de dominación por la misma dominación/explotación. Pero al mismo tiempo es un tanto ilusorio pensar que todos los países más humildes tienen la capacidad para salir de su abyecta condición. Vamos, Haití lleva más de 200 años de independencia y miren cómo sigue. De alguna forma, se deben establecer las condiciones e instituciones básicas para que pueda funcionar un país. En un estado fracasado, es algo que requiere de cierta injerencia externa. Puede ser la ONU, como sucedió en Timor del Este, o una coalición de gobiernos con ONG. Tras cumplir ciertas metas explícitas, permitirían un mayor control nacional.

Claro, es una idea difícil y utópica. Pero a la larga no veo otra opción, sobre todo tomando en cuenta el espantoso costo humano de dejar abandonados esos países a sus élites rapaces y los problemas que esos países causan a toda la comunidad internacional (refugios para terroristas y criminales, enfermedades, etc.).

lunes, noviembre 08, 2004

¿Deprimidos por otros cuatro años de Bush?

Después de una de las elecciones más intensas de la historia, muchas personas en EUA y en el resto del mundo están deprimidas ante la perspectiva de otros cuatro años de gobierno de George W. Bush. Según mis lecturas recientes, tienen varias opciones para sobrevivir los próximos cuatro años. Las tres más interesantes:

1. Emigrar: Los estadounidenses que aborrecen a Bush naturalmente piensan abandonar el país. Canadá es la opción natural, pero al parecer no es tan sencillo como generalmente se supone.

2. Fusión con la madre patria: A los británicos no les interesa mucho seguir en la Unión Europea y su filosofía política está más a la izquierda que la del estadounidense promedio. Para un liberal estadounidense, incorporar al RU como parte de EUA es una idea que tiene sus méritos.

3. Tomarlo con filosofía: Muchos comentaristas han señalado que el único aspecto posivito de la reelección de George W. Bush es que sus ruinosas políticas se desenvolverán hasta su trágico fin (aquí hay un buen ejemplo). Eso abrirá el paso para que en 2008 una opción más pasable sea electa (con la desventaja de que mientras todos sufriremos las consecuencias). En cambio, si Kerry hubiera ganado, los republicanos hubieran saboteado su gobierno (controlan el legislativo), lo cual permitiría que en cuatro años otro ultraderechista mesiánico retomara los planes incompletos de Bush.

sábado, noviembre 06, 2004

¿Se privatizará a Pemex?

En un México distraído por su habitual circo político, paso casi inadvertida esta impactante noticia. Resulta que un subsecratario de Hacienda (viceministro del Tesoro) afirmó que el gobierno está preparando la venta de acciones de Petróleos Mexicanos (PEMEX), el monopolio estatal de petróleo y gas, para financiar sus gastos de inversión sin aumentar su enorme deuda.

Hay dos reacciones posibles.

La primera: ¿qué sustancia prohibida están fumando en el gobierno? A final de cuentas, la constitución estipula que PEMEX es propiedad de la nación, por lo cual vender acciones requeriría enmendar la constitución. Para un gobierno que en cuatro años no ha logrado que el legislativo apruebe reformas mucho menos trascendentes que ésta, suena como misión imposible, sobre todo ahora que estamos a menos de dos años de la próxima elección presidencial.

La segunda: ¿quién en su sano juicio compraría acciones de PEMEX? La lista de contras es enorme. Tiene 140,000 trabajadores, el doble que ExxonMobil (la petrolera privada más grande del mundo), representados por un sindicato corrupto y truculento. El gobierno confisca básicamente todas sus ganancias (aunque una reforma reciente podría mejorar esto un poco). Para financiar sus inversiones requiere contratar deudas, las cuales suman US$37 mil millones (más del doble comparado con su nivel hace 5 años). Además, tiene un pasivo de pensiones no fondeado de casi US$30 mil millones. En resumen, no hay ni la más remota posibilidad de que los accionistas reciban un centavo en su vida si invierten en acciones de PEMEX.

Quizá el gobierno de Vicente Fox haya perdido total contacto con la realidad en este caso. No sería la primera vez. O quizá la Secretaría de Hacienda sólo estaba lanzando un "globo de prueba" para ver la reacción. A final de cuentas, nunca han ocultado que consideran que el modelo a seguir para PEMEX es Petrobras, la empresa estatal de energía de Brasil que tiene capital mixto.

No sé. Quizá estén pensando en crear un instrumento híbrido para ir tentando las aguas y acostumbrar al público a la idea de eventualmente privatizar parcialmente a PEMEX. Una forma de hacerlo sería crear un fideicomiso a dónde fluirían parte de los ingresos de PEMEX, para después vender los derechos patrimoniales de ese fideicomiso al público inversionista (mexicano). Esto, en efecto, sería como una acción y seguramente se tendrían que dar términos favorables para tentar a los inversionistas. Como no soy abogado, es difícil saber si este esquema es constitucionalmente kosher. Francamente, lo dudo y como mínimo estaría sujeto a cuestionamientos juidiciales. Además, la verdad sería más fácil y sencillo vender deuda que acciones.

Conclusión: Anótenme en la columna de los muy escépticos. La venta de acciones o pseudoacciones de PEMEX se antoja casi imposible, al menos que el gobierno tenga un as bajo la manga que desconozco. Además, no sería una medida muy útil o deseable, ya que distraería al gobierno y a los legisladores de las reformas requeridas. Lo que PEMEX necesita es una reforma que reduzca su carga fiscal de forma importante (lo cual, a su vez, requiere una reforma fiscal para el gobierno que aumente sus ingresos tributarios para suplir el dinero que ahora aporta PEMEX, que suma más de 30% del presupuesto) y una profunda reforma administrativo-laboral para desaparecer al ejército de trabajadores superfluos y minar a su abominable sindicato.

viernes, noviembre 05, 2004

Los economistas hablan

Los economistas bajaron de la montaña y nos dicen que no ven cómo George W. Bush puede poner en práctica su agenda económica para su segundo periodo (ver la nota previa) sin que las finanzas públicas de Estados Unidos terminen como las de Argentina. En esencia, todas las propuestas macro de Bush implican una caída en los ingresos gubernamentales y todos los analistas concuerdan que no tiene la más mínima restricción de controlar (y mucho menos reducir) el gasto gubernamental para mantener el equilibrio.

Este indispensable artículo de Sebastian Mallaby resume las opciones que enfrenta Bush, así como su impacto. Por su parte, Stephen Roach discute las implicaciones de la agenda de Bush para la economía mundial.

Lo más interesante es que ambos concuerdan que la única forma en que la agenda de reducción de impuestos y reformas/privatización a la seguirdad social de Bush podría funcionar es si lograra elevar sustancialmente el ritmo de crecimiento de Estados Unidos. Esto permitiría que los déficits, como proporción del PIB, se mantengan en un rango razonable. Sin duda, esta es la lógica de Bush y sus asesores.

Pero es muy, muy poco probable que esta apuesta funcione. Mallaby argumenta que las propuestas de Bush en efecto podrían elevar la tasa de crecimiento de la economía, pero el impacto sería muy reducido. Por su parte, Roach señala que para que acelerar el crecimiento se requerirían tres condiciones: la productividad laboral en EUA tendrá que mantener su alto ritmo de crecimiento, los extranjeros deberán seguir financiando los déficits estadounidenses y Bush también tendría que promover el crecimiento por otros medios, como una mayor liberalización del comercio exterior. Sin embargo, considera que no son supuestos muy realistas y que, de hecho, esta estrategia corre el riesgo de ser contraproducente.

Estas palabras de Mallaby me dejaron frío:

Even if you assume improbable amounts of political courage in a second Bush
term, the chances that the administration could come up with something dramatic
enough to forestall fiscal disaster are between modest and zero.

The basic premise of the tax cuts--that the size of government can and should be
contained--is ahistorical and wrong. Ahistorical, because government's share of
GDP has in fact grown steadily as societies have grown richer over the past
century. Wrong, because government in the age of the baby bust is going
inevitably to grow. Bush has failed to understand where history is headed, and
history will judge him harshly for it.


jueves, noviembre 04, 2004

Cuatro años más de Bush

Como habrán notado, en los últimos meses casi no escribí nada sobre las elecciones en EUA. No dudo su trascendencia. Pero, a diferencia de los noventa, el tema de la economía brilló por su ausencia. Claro, Kerry criticó a Bush por su irresponsabilidad fiscal y por el deterioro en el mercado laboral que se presentó en los últimos cuatro años. Por su parte, Bush respondió que sus recortes a los impuestos --su principal política económica--estimularon a la débil economía que heredó. Sin embargo, todo parece indicar que otros temas, como los "valores morales" y el terrorismo, fueron mucho más importantes para los electores.

¿Y ahora qué podemos esperar en los próximos cuatro años? Como bien describe esta nota, las prioridades de Bush en su segundo periodo presidencial serán:

1. Hacer que los recortes impositivos "temporales" aprobados en años recientes se vuelvan permanentes.
2. Simplificar el régimen de impuestos, lo cual implica sustituir gradualmente el impuesto sobre la renta por un impuesto al consumo
3. Privatización parcial de la seguridad social y del financiamiento estatal de la salud.
4. Reformas legales para limitar los daños concedidos en demandas judiciales.

A primera vista, parece una agenda ambiciosa. Pero en la práctica, sólo el punto (1) y, quizá, el (4) tienen muy altas probabilidades de ser aprobados. Respecto al punto (2), sería un paso sin precedente y es dudoso que incluso la derecha dura tenga las ganas de luchar por una medida que será muy, muy poco popular, incluso entre los electores conservadores.

Cierto, la idea de sustituir al complicado e ineficiente ISR por una suerte de IVA tiene muchos méritos prácticos. Además, se puede hacer un buen argumento de el gasto es un mejor instrumento para redistribuir el ingreso que los impuestos. Sin embargo, la redistribución vía gasto es menos "visible" que el pago de impuestos, por lo cual la viabilidad política de esta idea es casi nula. Además, es probable que la transición de un régimen fiscal a otro reduzca los ingresos, por lo menos en el corto plazo.

Respecto al número 3, la privatización de la seguridad social, tanto en el ámbito de pensiones como de gastos médicos, también tiene sus puntos a favor. Sin embargo, en un país demográficamente maduro como EUA, pasar del régimen actual (los beneficios de los jubilados son pagados por las aportaciones actuales de los trabajadores) a uno basado en cuentas privadas individuales (cada quien ahorra para su retiro y gastos médicos) implica altos costos iniciales, conocidos como gastos de transición, aunque a la larga probablemente el país ahorre dinero. Esta nota ofrece una discusión interesante de los puntos a favor y en contra.

En resumen, las principales propuestas (1 a 3) de Bush implicarían costos para el gobierno. Si éste partiera de una fuerte posición fiscal, bien podría asumir esos costos para obtener beneficios a largo plazo. Pero la realidad es que el gobierno estadounidense enfrenta un déficit cercano al 4% del PIB, el cual tenderá a ampliarse en la medida en que el gasto gubernamental subirá con el envejecimiento de la población. Además, en materia de gasto, los hechos confirman que Bush no tiene la más mínima disciplina.

Hasta ahora, el deterioro fiscal no se ha reflejado en las tasas de interés. Pero si Bush promueve cualquiera de sus iniciativas sin hacer un esfuerzo creíble para reducir el gasto gubernamental, es muy probable que las tasas se disparen y se detone un ciclo vicioso. De hecho, el simple hecho de hacer permanentes los recientes recortes a los impuestos minará lentamente la solvencia financiera del país sin una reforma en el gasto.

¿Prevalecerá esta prudencia mínima? No sé. El Partido Republicano tiene una mayoría incluso mayor en el legislativo que en el primer periodo de Bush y tampoco han sido paragones de la responsabilidad fiscal. Eso podría tentarlos a impulsar estas iniciativas sin un cambio en el patrón del gasto, con resultados que sólo pueden ser negativos en el mediano y largo plazo.

Visto de esta forma, no hay motivos para ser optimistas en el ámbito de la macroeconomía estadounidensia. En el plano micro, Bush ha probado ser, en el mejor de los casos, un presidente muy indiferente al libre comercio (recordemos que impuso fuertes tarifas al acero y los textiles y no ha hecho mucho para promover la ronda de Doha) y un amigo de los subsidios.






martes, noviembre 02, 2004

La bolsa mexicana en octubre

En octubre, el mercado mexicano subió 5.5%, uno de los mejores resultados en todo el mundo. Para quienes seguimos las vicisitudes de la bolsa, esto parece un tanto extraño, ya que a final de cuentas el entorno macro nacional e internacional trajo buenas noticias: tasas de interés al alza, crecimiento decepcionante en EUA, etc.

Lo que el resto del mundo no sabe es que tenemos un arma secreta: América Móvil. Esta empresa de telefonía celular, que domina en México y tiene fuertes inversiones en Sudamérica, representa directa e indirectamente el 20% del IPyC, el principal índice bursátil mexicano. En octubre, sus acciones subieron 14%, con lo que acumula un alza de 65% en el año (y en 2003 subió más de 100%). Es un hecho que más de la mitad de la ganancia del mercado mexicano el mes pasado fue producto del desempeño de esta empresa. (Para contar con un panorama más completo del desempeño reciente de la bolsa mexicana, consulten mi más reciente artículo).

Esto ilustra la gran diferencia entre los mercados "desarrollados" y los "emergentes". En los primeros, incluso las empresa smás grandes en términos de valor de capitalización tiene un peso bajo en los índices; en los emergentes, básicamente determinan qué sucede.

sábado, octubre 30, 2004

De Moore a Google

Desde las primeras computadoras, las tecnologías de la información han evolucionado básicamente en un sentido: más velocidad y capacidad. Esto lo ejemplifica la famosa Ley de Moore. El problema es que el vertigionoso avance en las capacidades informáticas ha rebasado cada vez más nuestra capacidad para emplearlas con eficacia.

Como argumenta esta serie de artículos publicada en The Economist, mas que contar con computadoras cada vez más poderosas, lo que necesitamos es que sean más fáciles de usar (no que sean más simples; la complejidad sigue, pero no la notamos).

Estoy totalmente de acuerdo. Mi primera computadora, una Commodre 64 (sí, soy viejo), tenía precisamente 64 kilobytes de memoria y hacer cualquier cosa requería horas. Hoy día, hasta los hornos de microondas tienen más poder de procesamiento. En este sentido, en 20 años las capacidades de las máquinas han crecido infinitamente. Pero el único avance notable en la facilidad de uso fue la introducción del sistema operativo con interfase gráfico (íconos), primero por Apple para la Mac (creo que en 1986) y después adoptado por Windows de Microsoft. En aplicaciones más grandes y complejas, como los sistemas de informática de empresas enteras, las cosas tampoco han mejorado mucho.

La buena noticia es que la historia ofrece razones para ser optimista. Muchos inventos eran increíblemente difíciles de usar al principio, hasta que los emprendedores encontraron formas de facilitar su uso. The Economist ofrece varios ejemplos interesantes:

Joe Corn, a history professor at Stanford University, believes that the
first example of a complex consumer technology was clocks, which arrived in the
1820s. Clocks were sold with user manuals, which featured entries such as ?How
to erect and regulate your device?. When sewing machines appeared in the 1840s,
they came with 40-page manuals full of detailed instructions. Discouragingly, it
took two generations until a trade publication was able to declare in the 1880s
that ?every woman now knows how to use one.?

At about the same time, the increase in technological complexity
gathered pace. With electricity came new appliances, such as the phonograph,
invented in 1877 by Thomas Alva Edison. According to Mr Norman, the
computer-design guru, despite Mr Edison's genius for engineering he was a
marketing moron, and his first phonograph was all but unusable (in fact,
initially he had no particular uses in mind for it). For decades, Mr Edison
fiddled with his technology, always going for the most impressive engineering
solution. For instance, he chose cylinders over discs as the recording medium.
It took a generation and the entry of a new rival, Emile Berliner, to prepare
the phonograph for the mass market by making it easier to use (introducing discs
instead of cylinders) and giving it a purpose (playing music)......


Another complex technology, with an even bigger impact, was the car. The first cars, in the early 1900s, were ?mostly a burden and a challenge?, says Mr Corn. Driving one required skill in lubricating various moving parts, sending oil manually to the transmission, adjusting the spark plug, setting the choke, opening the throttle, wielding the crank and knowing what to do when the car broke down, which it invariably did. People at the time hired chauffeurs, says Mr Corn, mostly because they needed to have a mechanic at hand to fix the car, just as firms today need IT staff and households need teenagers to sort out their computers.


By the 1930s, however, the car had become more user-friendly and ready for the mass market. Two things in particular had made this possible. The first was the rise, spread and eventual ubiquity of a support infrastructure for cars. This included a network of decent roads and motorways, and of petrol stations and garages for repair. The second was the makers' increasing skill at hiding the technology from drivers. Ford proved particularly good at this. Ironically, it meant that cars got hugely more complex on the inside, because most of the tasks that had previously been carried out by drivers now had to be done automatically. This presented drivers with a radically simplified surface, or ?interface? in today's jargon, so that all they had to do was turn the ignition key, put their foot on the accelerator, brake, steer and change gear?and after 1940, when automatic transmissions were introduced, even gear-shifting became optional.


¿Entonces conviene vender acciones de Microsoft, el villano de la complejidad, y comprar acciones de Apple, la gran simplificadora? Quizá a muy largo plazo sea una buena idea. Pero la diferencia entre las TI y otras tecnologías del pasado es que las primeras dependen mucho de estándares. Simplificar a las PC de forma importante probablemente requiera un cambio de Windows/Office a algo mejor, pero va a ser difícil persuadir a los usuarios si eso implica que no podrán utilizar buena parte de su información almacenada.



miércoles, octubre 27, 2004

Maldiciones y revoluciones en el beisbol

Ahora que estamos en plena Serie Mundial, no está de más hablar un poco de beisbol. Tras su victoria de ayer, las Medias Rojas de Boston están a punto de convertirse en campeones, algo que no lograban desde 1918. Su larga sequía, atribuida a la célebre "maldición del Bambino", es legendaria.

¿Por qué cambió su fortuna? Sin duda, un elemento vital es que desde hace un par de años este equipo adpotó un enfoque que promete revolucionar este deporte: la toma de decisiones con base en un riguroso análisis estadístico tanto de jugadores como de estrategias, un método conocido como "sabermetrics".

Este enfoque, creado hace unos 30 años por un tal Bill James, que ahora es consultor de las Medias Rojas, fue adpotado por primera vez por los Atléticos de Oakland. Desde entonces, este equipo ha tenido bastante éxito, sobre todo considerando que opera en un mercado pequeño y tiene poco presupuesto. Esta historia aparece en Moneyball, un libro escrito por el célebre periodista financiero Michael Lewis (sus puntos centrales se describen extensamente aquí).

No he tenido la fortuna de leer este libro, pero según lo que entiendo el gran éxito de "sabermetrics" es que permite identificar jugadores "subvaluados". Es decir, jugadores desconocidos --que no cobran mucha--que ofrecen un buen desempeño. ¿Suena familiar? Todo financiero reconocerá que se trata nada más y nada menos que de arbitraje. Cuando un equipo tiene esta habilidad y, además, un gran presupuesto, como las Medias Rojas, es lógico esperar que tenga mucho éxito. (Aquí se podría hacer un paralelo interesante con los hedge funds).

Por supuesto, hay una moraleja en todo esto. La misma metodología que está revolucionando al beisblo también se puede aplicar a otros campos donde el valor de los individuos es dictado por tradiciones, percepciones erroneas e ideas sin sustento empírico. El mismo Michael Lewis ofrece un buen ejemplo para el caso de los altos directivos de las empresas. Creo que lo mismo aplica en la política (sobre todo en el caso de la selección de candidatos), otros deportes y el manejo de recursos humanos en toda clase de organizaciones.

Claro, no es tan fácil como suena. En el beisbol, un deporte bastante individualista y tácticamente sencillo, es muy fácil medir el desempeño de los jugadores. Esto es mucho más complicado en otros contextos. Pero dicho esto, también hay que notar que es algo que no se ha intentado mucho. En ese sentido, la administración y la política requieren a su propio Bill James.


martes, octubre 26, 2004

Activismo perverso

No se pierdan este artículo de Sebastian Mallaby en Foreign Policy. Describe cómo algunos grupos de activistas están frenando proyectos social y económicamente benéficos en países pobres, empleando mentiras, distorsiones y toda clase de tácticas para defender lo que definen como "causas justas".

Es un tema que he tocado en otras ocasiones (ver aquí). Es un hecho que muchas ONG y grupos activistas hacen un trabajo muy valioso al llamar la atención del público a problemas reales que la clase política ignora por conveniencia. Pero con triste frecuencia su enfoque obsesivo en un tema los lleva a verlo sólo en blanco y negro, excluyendo cualquier matiz, y su punto de vista suele ser poco informado y contaminado por la ideología. En ese sentido, terminan causando daño precisamente a las causas que supuestamente promueven.

Además, no hay que olvidar dos cosas: 1) las ONG son manejadas por personas de carne y hueso; y 2) no rinden cuentas a nadie. Respecto a la primera, a los directivos de estas organizaciones les gusta, como a todos, la atención y el poder que derivan de ella. Esto los lleva a buscar la atención de los medios, por las buenas o por las malas. En cuanto a la segunda, a diferencia de los gobiernos, nunca pagan consecuencias cuando cometen errores o verdaderas barbaridades. En ese sentido, considerarlas como interlocutores de la sociedad civil en su conjunto es un grave error, como bien muestra el artículo de Mallaby.

¿Qué pasa con el Nasdaq?

Tras ganar 50% en 2004, el Nasdaq Composite, el índice más reconocido del sector tecnológico retomó el camino de las pérdidas este año. Esto a pesar de que los fundamentos de este sector parecen bastante saludables y las valuaciones de las empresas de tecnología ya no son tan estratosféricas. Todo esto y más en mi más reciente artículo.


jueves, octubre 21, 2004

La poca utilidad de las utilidades

Los analistas la pronostican. Los inversionistas basan sus decisiones en ella. La gerencia de las empresas busca que crezca de forma constante y estable. ¿De qué hablo? De la medida financiera más escrutinada de todas: la utilidad neta.

Es una obsesión que no entiendo. Todo inversionista serio sabe que la variable más importante, la que determina el valor de una empresa, es su flujo de efectivo operativo (es decir, el dinero que la empresa gana antes de sus inversiones de capital y el pago de pasivos financieros). En principio, debería ser muy similar a la utilidad neta. Pero en la práctica hay grandes discrepancias que, en algunos casos, pueden ser enormes.

Por ejemplo, hoy nos enteramos que AT&T registró una pérdida de 7.1 mil millones de dólares en el tercer trimestre de este año (hace unos días comenté sobre los problemas de esta empresa). Suena como si la empresa estuviera perdiendo hasta la camisa. Pero si uno revisa las cuentas con cuidado, encontrará que en la práctica generó 1.5 mil millones de dólares en efectivo por sus operaciones.

¿Por qué la diferencia? Sin entrar a los complicados detalles contables por el momento, la clave es entender que el proceso para calcular la utilidad neta es, en esencia, un método orientado a determinar el pago de impuestos sobre la renta. Como todos sabemos, las reglas para determinar qué gastos puede deducir una empresa son determinadas a final de cuentas por los políticos y no por la necesidad de presentar cuentas que muestren con todo rigor y lógica la verdadera situación financiera de la empresa. En cambio, el flujo de efectivo derivado de las operaciones es una medida muy objetiva de cuánto realmente gana la empresa.

Regresando al caso de AT&T, la enorme discrepancia en las medidas obedece en gran medida a que la empresa asumió un "cargo" por la pérdida de valor de sus activos. En castellano, esto implica que considera que una parte de sus activos (en este caso su red de telecomunicaciones) vale mucho menos de lo que tiene registrado en sus libros porque estos activos van a generar en el futuro mucho menos dinero. Esta información es útil, pero hay que tomar en cuenta que no implica una salida de dinero ni hoy ni mañana, sino una evaluación inevitablemente subjetiva cuánto dinero ya no generarán esos activos.

Más que hacer una crítica al sistema contable estadounidense, que si bien tiene sus deficiencias en lo general proporciona buena parte de la información que necesitan los analistas e inversionistas, a lo que quiero llegar es que es totalmente irracional dar tanta importancia a un indicador que no cumple con la función de decirnos cuánto dinero realmente está generando una empresa. En la práctica, hay que fijarse tanto en la utilidad neta (y todos los datos utilizados para calcularla) como en el flujo de efectivo operativo. Pero ni la prensa ni los analistas toman en cuenta esta última. Si bien esto no afecta a los que entienden bien estos asuntos, sí puede llevar a conclusiones equivocadas en muchos casos.

miércoles, octubre 20, 2004

Más sobre los conflictos de interés....

Ayer comenté sobre cómo el escándalo que está sacudiendo a las aseguradoras en EUA tiene, en esencia, las mismas que los escándalos que envolvieron a las principales corredurías de ese país hace un par de años. A manera de repaso, las corredurías fueron acusadas de proporcionar recomendaciones de compra de acciones sesgadas a sus clientes, ya que éstas recibían dinero por otras vías de las empresas que emitían esas acciones.

Sin embargo, en una de esas extrañas coincidencias, ayer Slate publicó una nota que argumenta que este aparente conflicto de interés no es ni por mucho el principal motivo por el cual la abrumadora mayoría de las recomendaciones de inversión formuladas por los analistas de las corredurías son de "compra". El autor, de forma bastante convincente, asegura que otras causas, como el temor a ir contra el consenso, la presión de empresas y clientes y el mercado alcista de los noventa, pesan mucho más.

martes, octubre 19, 2004

Cuando los mercados fallan.....

¿Qué tienen en común los médicos, los corredores de bolsa y los agentes de seguros? En principio, no mucho. Pero el más reciente escándalo corporativo en Estados Unidos confirma que estos tres grupos tienen un poderoso vínculo: enfrentan serios conflictos de intereses que los llevan a utilizar prácticas corruptas.

Para los que no han estado muy despiertos los últimos días, el procurador de justicia de Nueva York, Eliot Spitzer, entabló una demanda judicial contra Marsh & McLennan, el corredor de seguros más grande de Estados Unidos. En esencia, Spitzer acusa a M&L de perjudicar a sus clientes al manipular los procedimientos de compra de seguros para favorecer a ciertas aseguradoras, que a su vez pagaban a M&L comisiones de "incentivo" por recibir los contratos. Al parecer, esta demanda es la punta del proverbial iceberg, ya que hay investigaciones en curso que afectarán a toda la industria.

La cantidad de dinero en cuestión es enorme. Cabe notar que tanto en EUA como en Europa las primas brutas de seguros suman alrededor de 10% del PIB (los datos están aquí). Sólo en EUA, estamos hablando de casi 1.2 billones de dólares.

¿Suena familiar el escándalo? Lo es. Como todos recordamos, el mismo Spitzer demandó a varias corredurías estadounidenses hace un par de años porque éstas emitían recomendaciones de compra de valores a sus clientes, supuestamente fundamentadas en análisis imparcial, pero que en la práctica estaban orientadas a que los inversionistas compraran valores de empresas que a su vez pagaban jugosas comisiones de banca de inversión a la misma correduría.

Es exáctamente el mismo escándalo: un intermediario que supuestamente debería actuar en el mejor interés de los compradores de un producto en realidad los perjudica porque recibe dinero de los vendedores para favorecer ciertos productos.

Hay más ejemplos. En países como EUA o México, donde prevalece la medicina privada para ciertos segmentos de la población, los médicos enfrentan conflictos de interés similares. En teoría, se supone que deben velar por el mejor interés del paciente. Pero, en primer lugar, con alarmante frecuencia ordenan procedimientos o tratamientos innecesarios porque saben que las aseguradoras los cubrirán sin hacer demasiadas preguntas (el costo superfluo lo absorbe el paciente pagando primas cada vez mayores en seguros médicos). Asimismo, los médicos suelen recetar medicamentos de las farmaceúticas que, a cambio, les ofrecen "incentivos" para ese efecto, incluso cuando hay genéricos perfectamente aceptables de menor costo o mejores alternativas.

¿Qué tienen en común los tres casos? O visto de otra forma, ¿por qué fallan tan espectacularmente estos tres mercados?

Sin duda, un elemento es su complejidad. Los pacientes no saben mucho de medicina, la gran mayoría de los ahorradores no tiene mucha idea de finanzas y los compradores de seguros con frecuencia no conocen bien los riesgos contra los que buscan protegerse o no entienden las complejas pólizas de seguros (cabe notar que, además, en muchos tipos de seguro no hay estandarización en las pólizas, lo cual impide la compración fácil). Todo esto facilita las conductas abusivas.

También hay que destacar la falta de información. Por ejemplo, hace unos años no era sencillo saber si mi corredor, que me recomendaba una acción, también tenía vínculos de otro tipo con la empresa emisora. Lo mismo aplica en el mundo de los seguros o la medicina.

Claro, sí hay otro lado de la moneda. Por ejemplo, las cuotas de banca de inversión subsidiaban al análisis, que por más sesgado que fuera, tenía valor para el inversionista. Asimismo, los "incentivos" de las farmaceúticas a los médicos con frecuencia toman la forma de viajes a congresos o eventos similares, que los ayudan a estar al tanto de los avances en este campo.

Me parece obvio que las fallas en estos mercados son tan grandes que se justifica la intervención estatal para proteger al consumidor. Pero como no son cuestiones de blanco y negro (aunque el negro pesa más), en principio, estas intervenciones se deben centrar más en aumentar la transparencia que en prohíbir totalmente las prácticas en cuestión (aunque en ciertos casos quizá sea la mejor solución).

Commodities y divisas

En los últimos tres años, el precio promedio de las materias primas subió cerca de 60% en dólares. En general, esto es una receta para que las monedas de los países productores presenten una fuerte apreciación. ¿Y qué ha sucedido? Sorprendentemente, no mucho. Claro, hay casos como el de Nueva Zelanda, cuyo dólar registra una apreciación superior al 50% en ese lapso. Pero en la mayoría de los casos, las alzas cambiarias han sido bastante modestas (tomando sólo en cuenta países grandes con mercados financieros más o menos desarrollados).

Incluso hay casos, como el de México y Brasil, donde en ese lapso se presentó una apreciación. La causa es sencilla: en México la balanza comercial de productos primarios presenta un superávit menor al 1% del PIB y en Brasil no es mucho mayor.

En otros casos, como el de Rusia, donde ese sector tiene un peso económico mucho mayor, la falta de una apreciación significativa obedece a una estrategia conciente para evitarla, vía la esterilización de la entrada de divisas, que se refleja en un aumento importante (150% en 3 años) de sus reservas internacionales. La lógica en estos casos es que una apreciación cambiaria perjudica a la industria del país (la llamada "enfermedad holandesa"), aunque ciertamente beneficia a los consumidores. ¿Vale la pena esta clase de intervención? Quizá sí: a diferencia del sector extractivo, la industria es una fuente inagotable de ganancias en productividad, con importantes beneficios dinámicos para toda la economía.

En fin. Si les interesa el tema, aquí está mi artículo más reciente.

viernes, octubre 15, 2004

....y la decadencia estadounidense

De entrada, en estos tiempos no está de más afirmar que no soy anti-estadounidense. Todo lo contrario: la mitad de mi familia nació o vive allá. Por ese motivo y por el hecho de que la salud económica de México depende en buena medida de nuestro vecino es que me preocupa mucho lo que está sucediendo en ese país.

En concreto, la democracia estadounidense parece enferma y eso se refleja en otros ámbitos, incluyendo la economía.

Hace unas semanas, The Economist publicó una serie de artículos (la introducción está aquí, pero requiere $$)sobre los problemas que enfrenta la democracia estadounidense.

La letanía es larga: en muchos lugares no hay métodos confiables de votación (como vimos en el 2000 y los remedios --principalmente máquinas electrónicas--sólo agravan el problema original), no se ha encontrado soluciones al problema de exceso de dinero en las campañas, el trámite para registrarse como votante es complicado y en muchos estados un gran número de personas (generalmente ex convictos) no tienen derecho a votar, por nombrar los más prominentes. Incluso hay informes, no sé qué tan confiables, de intimidación de votantes potenciales y cosas peóres.

El más grave, desde mi punto de vista, es la práctica de modificar los distritos electorales para la elección de diputados. Esto es algo necesario para reflejar los cambios en el crecimiento y el patrón de residencia de la población. Pero los políticos lo han llevado más allá: los distritos en la mayor parte del país son "diseñados" para otorgar mayorías garantizadas a uno u otro partido. Esto se hace con base en la orientación política de la población mayoritaria de ciertas zonas. Así, por ejemplo, se puede crear un distrito que vote siempre a favor de los demócratas incorporando sólo zonas en donde la población afro-americana --que ordinariamente vota en una proporción de 90% o más por ese partido--sea mayoritaria.

The Economist explica las consecuencias directas:

This is not just unfair; it puts people off voting (why bother in those 400
districts where the result is a foregone conclusion?) and it drives politics to
the extremes. With no chance of being unseated by the other party, a
congressman's only threat is the partisans in the primary; so Republicans become
ever more conservative and Democrats ever more left-wing.


No es exageración, como deja claro esta cita tomada de un artículo relacionado:

In 2002, just four incumbents lost to challengers at the polls (another
four lost in primaries). North Korea might be proud of the incumbent re-election
rate: 99%. More than nine in ten Americans live in districts that are, in
practice, one-party monopolies.


Como los republicanos tienen mayorías legislativas tanto en el ámbito federal como en los estados, esta práctica los ha beneficiado. Pase lo que pase en la elección presidencial, controlarán la cámara baja del legislativo.

Pero esto sólo es el comienzo. Cuando los candidatos saben que serán reelegidos sin importar lo que hacen, deja de haber una rendición de cuentas efectiva ante el electorado. Además, incrementa la importancia del dinero en la política, ya que si la competencia (sobre todo en las primarias dentro de un mismo partido) no se basa en ideas y programas, se carga más a estrategias de saturación en los medios. A su vez, esto lleva a que los políticos dependan del dinero donado por individuos ricos y empresas, dos grupos que siempre exigen algo a cambio.

Resumniendo, la manipulación de los distritos electorales crea apatía, rompe el vínculo entre el legislador y su distrito, aumenta la corrupción y polariza la política, entre otros resultados nocivos. Naturalmente, el resultado final son malas leyes y políticas públicas, como los masivos recortes a impuestos promovidos por George W. Bush o los últimos cambios al código fiscal. Además, cuando un partido controla la presidencia y el legislativo, esta práctica atroz debilita de forma importante la división de poderes, lo cual explica la falta de consecuencias para Bush de sus terribles errores en Irak.

No me cabe duda que todo el mundo se beneficia cuando Estados Unidos es gobernado de forma sensata y eficaz. En ese sentido, el deterioro de la democracia en ese país es un muy mal augurio, sea quien sea el próximo presidente. Lo más triste es que ni uno ni otro candidato siquiera ha mencionado el tema.

El renacimiento europeo.....

En economía también abundan los clichés. Uno de los más persistentes es que la economía estadounidense es mucho más productiva que las economías de Europa Occidental. Como demostré hace unos días, es más mito que realidad. La brecha en la productividad laboral es prácticamente inexistente si se mide correctamente, pero sí hay una brecha en términos de PIB por habitante (de alrededor de 30%), ya que en Europa la participación laboral es menor que en EUA y las horas de trabajo también son menores.

Sin duda, Europa Occidental tiene un serio problema. Es difícil imaginar cómo podrá lidiar con el rápido envejecimiento de su población si persisten las tasas de desempleo de 10% y los jóvenes y adultos maduros (50+ años) no pueden encontrar trabajo. Si una situación es insostenible, tarde o temprano se tomarán medidas para corregirla.

Todo apunta a que esas reformas se están materializando, tal como describe Stephen Roach, el economista supremo de Morgan Stanley, en esta nota. La liberalización de los mercados laborales europeos tiene el potencial para elevar sustancialmente el crecimiento de la producción y el ingreso en esos países. Además, Roach también apunta hacia un mayor gasto en tecnologías de la información, lo cual elevará la producción por hora trabajada, impulsando incluso más el crecimiento europeo.

Estoy dispuesto a apostar que en los próximos años las acciones europeas ofrecerán retornos muy superiores comparadas a las estadounidenses. Ya veremos......

martes, octubre 12, 2004

Nubarrones en el horizonte

Hay todo un debate sobre el impacto del alza en el precio del petróleo en la economía estadounidense. Hasta ahora, no se ha sentido mucho en parte porque no ha sido tan grande: mis cálculos ubican al costo extra de las importaciones petroleras en 0.4% del PIB. Pero esta cifra probablemente crecerá en la medida en que sigan altos los precios. Por lo pronto, este asunto es menos importante que el otro gran riesgo: la falta de creación de empleos. ¿Estará relacionados ambos temas? Hasta ahora no queda muy claro: es probable que el petróleo sea un elemento, entre otros, que crean incertidumbre y tornan cautelosas a las empresas. Sin embargo, en conjunto forman una pinza que ya está mermando las perspectivas de crecimiento de la economía de ese país, como señalo en este artículo.

viernes, octubre 08, 2004

Mitos y realidades del ahorro

En Estados Unidos, las familias ahorran el 1% de su ingreso disponible. Por su parte, las finanzas públicas muestran un déficit que supera el 4% del PIB. Como resultado, prácticamente toda la inversión es financiada con ahorro de las empresas y con capital extranjero.

¿Es buena, mala, sostenible o insostenible esta situación?

Hay un amplio consenso en torno a que las familias y el gobierno ahorran demasiado poco. Es fácil entender por qué. El rápido envejecimiento de la población y el rápido aumento de gastos relacionados con pensiones y atención médica son tendencias evidentes. Si, como todo parece, los gobiernos no van a poder cumplir plenamente con sus promesas de gasto en estos rubros, los hogares tendrán que llenar la brecha. Cuando el Joe Smith típico se de cuenta de que ni él ni el gobierno tienen dinero para financiar su retiro, tendrá que apretarse el cinturón y las consecuencias para la economía no serán nada gratas.

De hecho, para algunos economistas con inclinación un tanto ideológica, el ahorro personal es importante para evitar la presión política a favor de la expansión del estado de beneficencia, como ilustra esta columna de Arnold Kling. En lo personal, me parece una perspectiva muy simplista, ya que la mayoría de las personas están a favor de pagar menos impuestos pero al mismo tiempo quieren más seguridad social estatal, lo cual explica en buena medida la situación de las finanzas públicas en EUA. Además, en Europa Occidental las tasas de ahorro son mucho mayores a las de EUA pese a contar con apoyos estatales más generosos.

¿Por qué ahorran menos los estadounidenses comparado con otras naciones? Seguramente intervienen factores culturales y demográficos, pero sospecho que la eficiencia del sistema financiero estadounidense es parte de la respuesta. Es un hecho que EUA crece más que Europa o Japón pese a que la inversión como porcentaje del PIB es mucho menor. Esto tiene un resultado concreto: en las últimas dos décadas, el estadounidense promedio ha observado que su patrimonio neto crece pese a que no ahorra. No quiero entrar a la discusión sobre las burbujas en acciones y vivienda; basta afirmar que creo que por más alta que sea la productividad del capital en EUA, las personas están sobreestimándola y lamentarán esto a largo plazo.

En donde sí hay mucha controversia es en torno al capital extranjero. Don Boudreaux de Cafe Hayek argumenta que es irrelevante si la inversión es financiada con ahorro foraneo o doméstico.

Tiene razón en un sentido estricto. El impacto en producción y empleo de una nueva fábrica es el mismo sin importar si fue construida con capital estadounidense o extranjero. Pero este punto de vista es demasiado limitado.

En un sentido amplio, el nivel de inversión neta en una economía refleja la cantidad de nuevos proyectos de producción que son viables bajo un cierto nivel promedio de retorno esperado. Si los agentes económicos domésticos exigen un retorno más alto que los extranjeros, es lógico que éstos financiarán parte de la inversión. Nada malo en ello.

Pero en el caso de EUA hay un problema. A partir de 2002, los flujos privados de capital extranjero prácticamente se secaron, algo lógico considerando el clima económico post-burbuja (en otras palabras, consideraron que el retorno promedio que obtendrían sería más bajo). En principio, esto debería reflejarse en una caída del dólar y tasas de interés al alza, lo cual llevaría a una sustitución del ahorro extranjero por ahorro nacional, aunque la inversión probablemente hubiera bajado más de lo que cayó de por sí. Esto no sucedió.

En la práctica, el capital privado extranjero fue sustituido por flujos de los bancos centrales asiáticos para evitar una caída del dólar y una apreciación simétrica de sus divisas, lo que tendría un impacto negativo en sus exportaciones y su crecimiento económico. Esta intervención masiva, que persiste a la fecha, es un subsidio a la demanda en EUA. Esto implica que tanto la inversión como el consumo son artificialmente altos y el ahorro artificialmente bajo. Visto de otra forma, en este caso las fuerzas de mercado no están operando como deberían. Como toda distorsión, tarde o temprano se tornará insostenible, con severas consecuencias tanto para EUA como para el resto del mundo.




miércoles, octubre 06, 2004

Suicido corporativo

El suicidio no es un tema grato o sencillo, pero desde hace varios años ha sido sujeto al análisis económico. Como muestra este artículo, resulta que en algunos casos es una decisión muy racional (siempre y cuando uno lo intente y falle). El caso de AT&T me lleva a preguntar si también existe tal cosa como el suicidio corporativo racional.

En breve, AT&T fue el monopolio telefónico de Estados Unidos hasta principios de la década de los ochenta. A partir de una decisión judicial, la empresa fue partida: se crearon varias empresas de telefonía local y la parte restante de AT&T se quedó con el mercado de larga distancia. Pronto empezó a surgir mucha competencia en ese nicho (MCI, Sprint, etc.), desatando una intensa guerra de precios que persiste a la fecha.

AT&T ha intentado de todo: entrar al negocio de redes informáticas, televisión por cable, telefonía residencial y celular, etc. Por diversos factores, entre ellos regulatorios, no ha tenido mucho éxito. Hoy queda un cascarón endeudado que ofrece servicios de telecomunicaciones a empresas y su tradicional negocio de larga distancia. Pero la combinación de intensa competencia, exceso de capacidad en la industria y nuevas tecnologías (incluyendo voz por Internet) están causando una constante sangría.

Entre 1999 y 2003, sus venta pasaron de 49.6 mil millones de dólares a 34.5 mil millones, mientras que su utilidad operativa cayó de 12.5 mil millones a 3.7 mil millones en ese periodo, sin olvidar su dedua de 14 mil millones. No se ve un fin a su constante declive.

La pregunta obvia es: ¿que hacer? Una opción es seguir intentando adaptarse a los cambios en el mercado para defenderse. Pero eso implica invertir dinero sin muchas perspectivas de tener éxito. La otra alternativa es simplemente mantener el negocio actual aunque esté en decadencia, reduciendo los costos al máximo y devolviendo todo el efectivo generado a los accionistas (vía dividendos) y deudores. Esto básicamente condena la empresa a la extinción.

No es una idea tan loca. Primero, unos antecedentes. El año pasado AT&T generó un flujo de efectivo por 8.5 mil millones. Un total de 3.1 mil millones se destinó a inversiones, cerca de 9.2 mil millones se fueron al pago de deuda y los accionistas recibieron dividendos de 629 millones (cabe notar que el gato superó al flujo generado y la diferencia se financió por una reducción en el efectivo acumulado). Actualmente, su acción cotiza en 15 dólares y los accionistas reciben un dividendo anual de 95 centavos.

Ahora hagamos un pequeño ejercicio. Digamos que la empresa pague unos 3 mil millonones para liquidar deudas al año (con lo que quedaría sin deuda en menos de 5 años). Asimismo, reduce la inversión a 2 mil millones (quizá el mínimo necesario para mantener sus activos). Quedarían casi 3 mil millones para pagar a los inversionistas, equivalentes a un dividendo de 3.8 dólares por acción. Si logra mantener el flujo de efectivo constante (con recortes de costos compensando bajas en ventas), uno recuperaría el precio pagado por acción en 4 años y a futuro los dividendos restantes serían ganancia pura.

No es una mala apuesta, considerando que los bonos a 10 años pagan 4% anual, aunque el grado de riesgo es considerable (los flujos de la empresa pueden caer muy rápido). ¿Pero cometerá este rentable suicidio premeditado?

Lo dudo. Las instituciones también tienen un instinto de supervivencia. Por ejemplo, ni el ego ni la cartera de sus directivos no lo aguantaría: ¿quién quiere dirigir una empresa condenada a desaparecer? Eso no gana portadas de revistas o renombre, aunque sea la opción más lógica para los accionistas. Asimismo, eso también aplica para los empleados menos ilustres: nadie quiere hacer carrera en una empresa en decadencia y, consecuentemente, el ánimo de la empresa estaría por los suelos.

Para exprimir esta empresa hasta su muerte inevitable, se requeriría contratar a un jefe con temple de acero, experiencia en bancarrotas (conocidos como buítres) y los incentivos correctos (olvídense de opciones) y prometer jugosos bonos a los empleados clave. En otras palabras, una tarea nada fácil o grata.

Si bien todo parece indicar que la empresa seguirá reduciendo costos (ver esta nota), lo más probable es que luche a capa y espada contra su destino casi inevitable, a costa de sus accionistas.




Altruismo a la capitalista

Hace unos meses escribí una nota ("El altruismo de los emprendedores") sobre los resultados de un estudio académico que demostró que: 1) los retornos captados por quienes inician un nuevo negocio son similares a los que uno obtendría invirtiendo en una cartera diversificada de acciones; y 2) el nivel de riesgo que enfrentan los emprendedores es mucho más alto comparado con la otra alternativa. En otras palabras, el cálculo de riesgo-retorno favorece más al inversionista que al emprendedor.

Suena como una conclusión poco creíble, pero vía Cafe Hayek me enteré de otro estudio que respalda indirectamente este resultado. En esencia, el autor (William Nordhaus, de Yale, quien redactó el estudio más profético y preciso sobre los costos de la guerra en Irak) calcula que los innovadores capturan sólo el 2.2% de los beneficios totales de la innovación (es decir, las ganancias por conceptos como menores costos de producción menos el costo de innovar). Este resultado es válido para Estados Unidos en las últimas décadas

Si bien sólo una parte de la actividad emprendedora es innovadora, uno esperaría que fuera la parte más rentable. Pues resulta que no. Visto de otra forma, desde el punto de vista del emprendedor no hay mucha diferencia, en términos del retorno obtenido, entre establecer una tintorería de barrio y crear un nuevo programa de software.

Para la sociedad en su conjunto, es claro que el aspirante a ser el nuevo Bill Gates produce mucho más valor, pero la limitada protección a la propiedad intelectual (patentes, derechos de autor, etc.) y la eficiencia capitalista que atrae a imitadores impide que el inventor gane mucho en promedio. Claro, hay excepciones y quizá ese "efecto lotería" proporcione, junto al prestigio, la motivación real.

P.D. Sería interesante que Larry Lessig comentara al respecto.



lunes, octubre 04, 2004

Honestidad en los pronósticos

Por casualidad, encontré esta serie de artículos en la más reciente edición de Time que trata sobre las tendencias a futuro en diversos campos y las personas que formulan predicciones sobre el futuro. Este tipo de notas aparecen por lo menos una vez al año en todas las revistas de interés general y en muchas especializadas.

El futuro siempre es un tema llamativo. No sólo se trata de interés ocioso. Predecir lo que sucederá es algo requerido en toda clase de ámbitos y actividades, desde el emprendedor que quiere saber si su producto venderá hasta el inversionista que distribuye su capital según las perspectivas de ganancias que ofrecen diversos instrumentos financieros. Nuestro gran problema es que somos miserablemente malos para pronosticar.

El artículo introductorio a la serie de Time reconoce esto:

Albert Einstein remarked in 1932 that "there is not the slightest
indication that nuclear energy will ever be obtainable." Thomas Edison thought
alternating current would be a waste of time. Franklin Delano Roosevelt once
predicted, when he was Assistant Secretary of the Navy, that airplanes would
never be useful in battle against a fleet of ships. There's nothing like the
passage of time to make the world's smartest people look like complete idiots.
So let's look at a few more. In 1883 Lord Kelvin, president of the Royal Society
and no mean scientist himself, predicted that "X rays will prove to be a hoax."
When Gary Cooper turned down the Rhett Butler role in Gone With the Wind, he is
said to have remarked, "I'm just glad it will be Clark Gable who's falling flat
on his face and not Gary Cooper." "Everything that can be invented, has been
invented," announced Charles H. Duell, commissioner of the U.S. Patents Office,
in 1899.
Why is predicting the future so difficult? After all, if history is
just one damn thing after another, shouldn't the future be more of the same? But
over and over again, even our most highly educated guesses go disastrously
wrong. (Here's Coco Chanel on the miniskirt, in 1966: "It's a bad joke that
won't last. Not with winter coming.") Of course, the smart play would be not to
try to guess what's coming next. But that's not how we're wired. Trapped as we
are in the one-way flow of time, not predicting the future would be like driving
a car without bothering to glance through the windshield from time to time. We
desperately need prophets, even false ones, to help us narrow the infinity of
plausible futures down to one or at least to a manageable handful. We look at
the present and see the present; they see the seeds of the future. They are our
advance scouts, infiltrating the undiscovered country, stealing over the border
to bring back priceless reconnaissance maps of the world to come.


Como pueden ver, el autor nunca contesta la pregunta de por qué es tan difícil predecir el futuro (nota a mi mismo: prohíbido usar el término complejo o variantes del mismo). Yo tampoco tengo la respuesta. Pero estoy seguro que está relacionada con el hecho de que nunca regresamos a pronósticos pasados para ver por qué acertaron o fallaron. En una de esas podríamos detectar sesgos sistemáticos y recurrentes, lo cual nos podría ayudar a formular mejores (o menos malos) predicciones.

Propongo una ley no escrita: Por honestidad y decencia, toda publicación que presenta pronósticos debería llevar a cabo el ejercicio de evaluar pronósticos pasados. De lo contrario, estaríamos sujetos al nietzcheano eterno retorno a nuestros errores.


sábado, octubre 02, 2004

En defensa de la productividad europa o por qué hay que desconfiar de los consultores

Hace un par de días encontré esta interesante nota de Adam Crouch, en Mahalanobis, que comenta los resultados de un estudio (pdf) elaborado por Proudfoot Consulting, un despacho de consultoría. En esencia, Crouch argumenta que este estudio muestra que una de las causas más importantes por la cual la productividad laboral en Europa es más baja que en Estados Unidos es porque las empresas europeas son administradas de forma menos eficiente.

Es una conclusión totalmente erronea y les voy a decir por qué (advertencia: se requiere paciencia).

En primer lugar, hay que saber con precisión de qué estamos hablando. La forma más común de medir la productividad es tomar el PIB y dividirlo por la población (PIB por habitante). Bajo este criterio, el PIB por habitante en la Unión Europea (antes de su reciente expansión) se ubica 29% por debajo del nivel estadounidense. Pero esta medida no es adecuada. Como todos sabemos, el porcentaje de la población que trabaja es menor en Europa que en Estados Unidos por toda clase de razones. Lo mismo aplica para el número de horas por trabajador. Si eliminamos estos factores, resulta que la productividad, medida como PIB por hora trabajada es sólo 8% menor en Europa que en EUA. Estos datos los tomo del mismo estudio de Proudfoot.

En otras palabras, la diferencia se reduce dramáticamente bajo estre criterio. De hecho, algunos países como Francia, Alemania y Bélgica tienen una mayor productividad laboral que EUA. Además, hay que tomar en cuenta que hay diferencias en la forma de medir el PIB entre EUA y Europa, las cuales tienden a subestimar el nivel de producción en Europa (o sobreestimarlo en EUA, dependiendo del punto de vista). Por tanto, me atrevería a afirmar que la productividad, medida como PIB por hora trabajada, es prácticamente idéntica en ambos. También agregaría que no hay diferencias significativas en el crecimiento de la productividad laboral.

Dicho esto, pasemos al estudio. En esencia, lo que mide es la eficiencia con la que las empresas de diversos países y sectores emplean a sus recursos humanos. Esto implica que los consultores se pasaron muchas horas observando los procesos productivos para identificar cuánto tiempo se dedicaba de forma productiva y cuánto se desperdiciaba. En principio, Proudfoot señala que un nivel de eficiencia de 85% es alcanzable, pero en la práctica alcanza sólo 62% en una muestra de 9 países (incluyendo Francia, Alemania, EUA y Reino Unido).

Según ellos, el nivel de eficiencia varía entre los países, pero la verdad no mucho. Si bien EUA ocupa el primer lugar, con 64% de eficiencia, ese nivel es prácticamente idéntico al observado en Alemania y Reino Unido, mientras que Francia queda un poco por abajo, con 60%.

¿Qué quieren decir estas cifras? Por lo que entiendo, básicamente implican el grado en que las empresas aprovechan sus recursos humanos, dejando a un lado o tomando como fijos factores como el nivel de capital disponible por trabajador, tecnología, grado de educación de la fuerza laboral, etc.

Esto nos ayuda a entender algunos resultados que parecen no tener sentido. Por ejemplo, según el estudio Sudáfrica tiene un grado de eficiencia (61%) mayor al de Francia (60%). Pero no hay que olvidar que en Sudáfrica los trabajadores son mucho menos educados y tienen menor capital (maquinaria, instrumentos de trabajo, computadoras, etc.) que en Francia. En todo caso, lo más notable es que las diferencias en la eficiencia son muy bajos alrededor del mundo, lo cual es lógico porque las empresas tienen incentivos para ser lo más eficiente posibles dados los recursos con que cuentan.

Esto nos muestra por qué este grado de eficiencia no tiene mucha relación con la productividad macro (PIB por hora trabajada). Por ejemplo, incluso si en Bangladesh las empresas fueran increíblemente eficientes (digamos, con un 85% de eficiencia), seguiría siendo un país muy pobre por factores como el capital, físico y humano, disponible.

Pero no puedo terminar sin antes señalar que las cifras del estudio son poco útiles por problemas metodológicos.

Mi primer objeción es que las cifras nacionales dependen en buena medida de la estructura productiva. Un ejemplo aclarará esto. Imaginemos que en Francia y EUA hay sólo dos industrias, A y B, y que en Francia la eficiencia es mayor que en EUA en ambas (en Francia, la eficiencia de A es 50% y la de B 70%, mientras que en EUA es de 45% para A y 65% para B). Pero si en EUA la industria B tiene un peso mucho mayor en la producción que en Francia, entonces la cifra agregada mostrará que EUA es más eficiente en general. El estudio no ofrece los datos relevantes por industria y país ni ajusta los resultados por esas variaciones en la estructura industrial.

Más allá de este punto, las cifras se basan en 100 proyectos de consultoría en 9 países (11 por país), lo cual no es ni remotamente cercano a una muestra representativa, por lo cual generalizar las cifras a escala nacional carece de total validez estadística. Puesto de otra forma, el márgen de error es tan grande que impide cualquier comparación seria entre cifras nacionales.

Y por último: nunca hay que confiar en los consultores. Para complementar las (muy dudosas) cifras de eficiencia, muestran los resultados de una encuesta a ejecutivos en esos países, en donde supuestamente se identifican las fuentes de la ineficiencia en las empresas. Las dos más notorias: falta de planeación y control administrativo, junto con supervisión inadecuada. ¿Y quién ayudará a las empresas a combatir estos problemas? No hay premios por adivinar: los mismos consultores (Proudfoot). En otras palabras, tienen todo el interés de mostrar que las empresas son muy ineficientes (por lo cual se justifica contratar consultores) y que los ejecutivos pueden cambiar esto con mejores prácticas (que los consultores les enseñarán). El conflicto de interés es tan grande que por sí mismo es suficiente para invalidar las conclusiones del estudio.




viernes, octubre 01, 2004

A un año

Más o menos por estas fechas inicié este blog. Es y sigue siendo una experiencia muy grata. A todos los que dedican un poco de tiempo para visitarlo, mi agradecimiento.

Aprovecho la ocasión para compartir algunas de mis observaciones y lecciones.

Curiosamente, la gran mayoría no tienen que ver directamente con este espacio. Al mantener un blog, naturalmente nace la curiosidad de saber qué hacen otras personas en este medio. Aunque lamentablemente no tengo mucho tiempo para navegar, en este año he encontrado cualquier cantidad de blogs sumamente interesantes, tanto en mi área de especialidad (Marginal Revolution, Libertad y Organización, etc.) como en otras.

Lo que más valoro de este medio es que permite que muchas personas muy conocedoras y con mucho que decir cuenten con un mecanismo sencillo para expresarse. Eso es invaluable. Pero no es la única aportación. También permite que muchas personas con talento para seleccionar contenidos puedan concentrar lo mejor y más interesante (Libro de Notas viene a mente) para los pobres seres como su servidor que disponen de poco tiempo para extraer las riquezas de la Red.

La misma diversidad y novedad de los blogs también me ha abierto los ojos, como muchos, con relación a las deficiencias (e incluso las bondades) de los medios tradicionales.

Los mejores blogs con contenido original son escritos, como es obvio, por personas que saben de lo que hablan, aunque suelen tener prejuicios ideológicos evidentes (algo que admiten casi siempre). La mayoría de los reporteros tradicionales suelen saber poco del tema que cubren (sobre todo en temas especializados como finanzas y economía), esconden sus prejuicios aunque se manifiesten de alguna u otra forma y, por los cánones periodísticos, se limitan a dar versiones (dos o más), que es muy diferente a llegar a conclusiones claras sobre qué es cierto y qué no lo es. Además, su estilo de redactar es fosilizado en extremo. Incluso su función más básica, la testimonial (decirnos qué pasó), ha quedado en entredicho en varias ocasiones (nada nuevo en esto, pero a través de los blogs ahora nos enteramos).

No obstante, muchos artículos de vieja guardia sí cuentan con un trabajo de investigación y análisis serio. Eso falta en los blogs, que suelen limitarse a opiniones de bote pronto o a informarnos sobre la existencia de dichos artículos (nada malo con esto, mi punto es que falta originalidad y trabajo). En otras palabras, los blogs ayudan mucho a estar informado, pero no contribuyen mucho a entender. Pero para ser justo, es más una cuestión de formato que de pereza.

En cuanto al manejo del blog, es un pasatiempo que ocupa relativamente poco tiempo, pero me beneficia de varias formas concretas. En primer lugar, me ha ayudado a escribir de forma más concisa y directa, como requiere este medio, aunque todavía me cuesta modificar los hábitos formados en años de redactar ensayos y artículos. Por otro lado, complementa muy bien mi trabajo: el blog es una especie de cuaderno permanente de apuntes que me sirve para probar y almacenar ideas para artículos y trabajos de análisis. Pero lo más valioso es que permite ventilar mis intereses y practicar lo que más me gusta: escribir, aunque sea sobre temas tan ?secos? como las finanzas y la economía.

martes, septiembre 28, 2004

El automóvil y la ciudad

¿Cómo deberían ser las ciudades? Hay dos opiniones contrastantes. Por un lado, hay un grupo que puja por espacios urbanos densamente poblados, donde todo mundo se mueve en transporte público. Para ellos, el automóvil es una máquina satánica y los suburbios son abominaciones alienantes. Por el otro, está la gran mayoría de las personas, a quienes les gusta la idea de tener la libertad de movimiento que ofrece el automóvil y les encanta la idea de una casa con jardín en un suburbio.

El primer punto de vista sigue siendo la posición "políticamente correcta", defendida por la élite intelectual y promovida por las políticas públicas. Por eso fue tan interesante y bienvenido leer este artículo del NY Times, que en esencia es una defensa del automóvil (también recomiendo esta nota relacionada de Jane Galt).

Por mi parte, considero que es un falso debate. Incluso en Nueva York, París, Londres u otras ciudades con un buen y extenso sistema de transporte la gran mayoría de las personas (y el 100% de quienes tienen niños pequeños) quiere tener un automóvil. Les comento mi experiencia. Vivo en una relativamente céntrica de la Ciudad de México. Sólo necesito caminar 5 minutos para llegar a la estación de metro y tengo otras opciones de transporte público. Cuando es práctico, lo utilizo con gusto. Pero, por ejemplo, para hacer las compras de la semana acudo en automóvil al supermercado que también está a 5 minutos caminando de mi casa por un simple hecho: solo no podría cargar las bolsas y no tengo tiempo para ir todos los días. Otro ejemplo: simplemente piensen en moverse en transporte público en hora pico con un niño de 3 años.

Lo más sensato es reconocer que el 90 y tantos porciento de las personas quieren un auto porque les es útil. Al mismo tiempo, tampoco hay que desdeñar del todo al transporte público, ya que benefia a varios grupos sociales que no pueden manejar por cualquier motivo y es un medio eficiente en ciertas circunstancias.

En otras palabras, no es cuestión de auto o transporte público, sino de cómo se pueden complementar ambos para mejorar la calidad de nuestras vidas. Esto implica, ante todo, tomar en cuenta las preferencias de las personas. Por ejemplo, es muy frecuente que las estaciones de metro/trenes no cuenten con suficientes lugares (si es que los tienen) de estacionamiento económico. Otro ejemplo: se privilegia al transporte público de larga distancia, pero en muchos casos tendría más sentido contar con transporte de alta frecuencia en zonas geográficamente limitadas. Asimismo, la planeación de rutas no suele ajustarse a los cambios en la geografía de las zonas residenciales y de negocios con suficiente rapidez.

Por otro lado, también hay mucho que se puede hacer para mejorar tanto el transporte individual como el público. El artículo del NY Times muestra cómo el cobro ajustado por congestionamiento en ciertas vialidades puede agilizar el tránsito.

Más allá de estas consideraciones, creo que buena parte del problema no reside en el transporte por sí mismo sino en la forma en que organizamos nuestras vidas en todas sus esferas.

Tomemos el caso del trabajo. La mayoría de las empresas siguen empeñadas en imponer horarios fijos, lo cual crea las monstruosas congestiones de hora pico, cuando en la práctica la tecnología permite una flexibilidad mucho mayor sin detrimento a la productividad. Tampoco olvidemos a las escuelas. Para mí sigue siendo un misterio por qué terminan tan temprano, no ofrecen actividades complementarias hasta la hora de la salida del trabajo de los padres (que fuerza a uno a conducir para llevar a los niños a clases particulares) y otorgan demasiadas (y rígidas) vacaciones. En resumen, no sería difícil introducir más flexibilidad en estas áreas, lo cual facilitaría considerablemente nuestras vidas.

50 dólares por barril

Aunque el petróleo llegó a este nivel quizá un poco antes de lo que anticipé, ya está ahí y la pregunta ahora es: ¿hasta dónde?

No hay respuesta segura. Parte del alza actual, como señalo en mi más reciente artículo para El Financiero, obedece a factores coyunturales, como los huracánes, disturbios en Nigeria, etc. Pero no hay duda que el motivo por el cual estos factores están propiciando reacciones fuertes es que hay muy poca capacidad ociosa, incluso en Arabia Saudita y otros países de la OPEP, para hacer frente a las bajas temporales en la producción. Un conflicto severo en Nigeria o un ataque terrorista causará aumentos adicionales, aunque es imposible anticipar su magnitud.

Y en el corto plazo no hay motivo para pensar que, incluso bajo un escenario más o menos benigno, los precios puedan bajar mucho. A final de cuentas, el consumo de petróleo llega a su máximo nivel del año en el cuarto trimestre y no se ve de dónde va a salir suficiente abasto. En ese sentido, no me sorprendería un alza que lleve a los precios hasta 60 dólares por barril o incluso un poco más. Este editiorial del Financial Times básicamente concuerda con mi punto de vista.

No obstante, como señalo en mi artículo, en 2005 el panorama debe mejorar un tanto, ya que la demanda se desacelerará en línea con la economía global y al parecer hay buenas perspectivas para un aumento importante en la producción.

lunes, septiembre 27, 2004

Cambio de correo electrónico

Cuando incluí una dirección de contacto en este sitio (bovedablog -arroba-yahoo.com.mx), cometí el típico error de novato de escribirla con todo y la arroba. Obviamente, terminé inundado de spam (no sé si sea por el tema del blog, pero en particular recibí cientos de mensajes de fraude "nigeriano") y, por tanto, anuncio el retiro oficial de dicha dirección. La nueva dirección es: lboveda-arroba-gmail.com

Como siempre, todo comentario, crítica, observación, cuestionamiento, consideración, argumento, pregunta, mensaje, recordatorio maternal, etc. es bienvenido.

viernes, septiembre 24, 2004

Una fábula energética

Erase una vez, un grupo de príncipes salió a buscar bellas doncellas para darle felicidad y prosperidad a sus reinos mediante su energía.. El ideal de todos es la princesa más hermosa y limpia de todas. Pero la Renovable, como se le conoce, todavía no tiene la edad para casarse.

Sin perder ánimo, salieron a conquistar a la segunda más atractiva, LaGas, conocida por su eficiencia y su baja emisión de sustancias nocivas. Ante tanta atención, su padre exigió regalos cada vez más costosos y su valor se fue a las nubes. Los galantes caballeros con menor fortuna salieron rumbo al castillo de Petrolina. Cierto, esta princesa es más morena, no tan limpia y su familia vive en un barrio peligroso, pero tiene sus encantos. Ante tanto cortejo, sus bonos han subido y subido (casi 50% este año).

Para no quedarse sin pareja, los restantes hidalgos se han visto forzados a reducir sus estándares. La antesala de Urania, ocupada hasta hace poco sólo por personajes indeseables como ayatolas, jeques y comunistas trasnochados, ahora se empieza a llenar con personajes más respetables. Según el FMI, en un año el valor de los regalos requeridos para contar con su interés subió casi 60%. Pero no cualquiera tiene acceso a esta radioactiva dama.

Los pretendientes más pobres, tecnológicamente primitivos y temerosos están tocando una puerta que hace unos años sólo les traía recuerdos poco gratos de su distante pasado: la casa de las hermanas Carbón. Son gordas, horrendas y su higiene es tan malo que hasta matan los árboles del bosque a su paso. Pero incluso en este extremo hay más príncipes que damas. Sin otra alternativa, se desató una lucha para quedarse con ellas y en menos de un año la exigencia de regalos, considerada vulgarmente por algunos como su precio, aumentó 130%.

Tristemente, no se divisa un final feliz. A menos que se aumente el número de doncellas, los reinos de los príncipes serán cada vez más pobres ante la necesidad de extraer tributos de sus súbditos para pagar los cada vez más cuantiosos y costosos regalos exigidos por padres de las susodichas.

miércoles, septiembre 22, 2004

China y los commoditytraficantes

Gracias al dinamismo de su economía, China se ha convertido en una verdadera aspiradora de productos primarios, del aluminio al zinc. Como resultado, los precios de estos productos se han disiparado en los últimos dos años, con consecuencias muy inesperadas.

Basta ver esta nota (se requiere suscripción) publicada recientemente en Reforma. Cito las partes relevantes:


Sube 53% robo de acero en Jalisco
Por Andrés Zúñiga y
Jorge Velazco

REFORMA (20 Septiembre 2004).-

....Los hurtos de este material empezaron a ser notorios en el 2003, pues en ese año se robaron 13
camiones cargados con acero, y de enero a agosto de este año son ya 20 los
atracos a ese tipo de unidades.

Las alzas mensuales que tiene el precio del acero, que en promedio lleva este
año un 30 por ciento de incremento, lo hacen un producto atractivo a los ojos de
los grupos delictivos, que ven en éste la oportunidad de mejorar ganancias y
colocarlo rápido.

Los "clientes" de estas organizaciones que venden el material robado son
constructoras pequeñas, el sector informal o minoristas, según Rodolfo Soto
Abadíe, ex presidente de la Cámara Mexicana de la Industria de la
Construcción.....

"Un camión que va cargado con 20 a 25 toneladas de varilla cuesta de 200 a
250 mil pesos, un camión similar cargado con abarrotes vale 150 mil, pero el
abarrote es más difícil de acomodar y el acero se acomoda de inmediato porque
hay mucha construcción en Guadalajara y en su área
conurbada", dijo José de Jesús Jiménez Aréchiga, Jefe de la División de Robo a
Tráileres de la Procuraduría General de Justicia del Estado.

"Lo venden a veces al 50 por ciento de su valor por así decirlo, si vale 200
mil pesos ellos (los ladrones) lo acomodan muy fácil en 100 mil pesos o en 130
mil, en cambio, un camión con abarrotes de 200 mil pesos en valor de mercancía
lo andan acomodando en 60 ó 70 mil pesos, entonces es más costeable el acero que
otro tipo de mercancía".


Si persiste el boom en China (y hay buenas razones para dudarlo, como señala este artículo), la sociedad pronto enfrentará a una nueva clase de criminales organizados: los commoditytraficantes.

Pronto nos enteraremos que el cartel de Juárez complementará su comercialización de polvo blanco colombiano con polvo gris mexicano producido por Cemex. Los 'Cuatreros del Zinc' sembrarán el terror en las zonas mineras y la Cosa Nostra desarrollará un interés sin precedentes en la soya.

Vaya mundo posmoderno en el que vivimos....

martes, septiembre 21, 2004

La montaña rusa de las tasas

Hace tres meses, los mercados de renta fija en EUA estaban preocupados por repunte en la inflación y una economía que, posiblemente, estaría creciendo un poco más de lo aconsejable. A fines de junio, los bonos del Tesoro de 10 años presentaron un rendimiento de 3.9%, 1.2 puntos porcentuales por arriba del nivel observado en marzo.

Nos adelantamos unas semanas y....ahora rinden 4.1%. ¿Qué pasó? Pues bien, la economía estadounidense creció "sólo" 2.8% en el segundo trimestre, la creación de empleos sigue siendo decepcionante y la inflación bajó a cero. Yo tampoco termino de entender.

La pregunta ahora es si, como dijo Alan Greenspan, esta desaceleración es temporal. La mayoría de los analistas esperan una reactivación en los últimos dos trimestres del año y, como resultado, un alza gradual en las tasas que llevarían al bono de 10 años a un rendimiento superior a 5% en 2005.

Todo esto y más en un artículo que publiqué hoy en El Financiero.

sábado, septiembre 18, 2004

Hacia un nuevo sindicalismo

Hace un par de días comenté que el sindicalismo está avanzando hacia su propia extinción al defender a capa y espada posiciones indefensibles. ¿Quiere decir esto que en siglo XXI los sindicatos son una reliquia histórica que merece desaparecer?

En su forma tradicional, la respuesta es sí. Ya no vivimos (bueno, por lo menos en los países desarrollados y medianamente desarrollados) en un mundo dickensiano/marxiano donde la clase trabajadora era una masa indiferenciada cuyo único atributo valioso eran sus músculos. Bajo esas circunstancias, tenía sentido la unión para hacer frente al poderío de los dueños del capital. De hecho, no hay que olvidar que la presión sindical fue clave para instrumentar muchas medidas (pensiones, seguros de salud, seguros de desempleo y prevención de riesgos laborales) aceptadas universalmente en la actualidad.

Dicho de otra forma, los sindicatos ganaron la guerra, pero están perdiendo en la paz. Para seguir justificando su existencia, su lucha se traslado de las necesidades básicas a la confrontación estéril, imponiendo toda clase de rigideces y prestaciones insostenibles. De seguir así, su extinción será bienvenida.

Pero existe la opción de la transformación. Esta debe estar basada en dos ejes: 1) aceptar las condiciones actuales económicas; y 2) conocer las necesidades reales de los trabajadores.

Respecto a la primera, vivimos en tiempos en donde la competencia internacional y la rápida evolución tanto de las preferencias del mercado como de la innovación tecnológica exigen de las empresas una gran flexibilidad. Esto involucra tanto las prácticas de trabajo como la capacidad para reducir costos vía prácticas como el outsourcing. Los sindicatos, en su afán por conservar empleos e imponer rigideces, simplemente condenen a las empresas a la muerte. Ejemplos abundan (el caso de la Southwest contra las aerolíneas tradicionales fuertemente sindicalizadas, las fábricas no sindicalizadas de las armadoras japonesas en EUA contra GM y Ford, etc.)

En cuando a las necesidades de los trabajadores, en estos tiempos es casi impensable que los gobiernos expandan la cobertura de los servicios sociales (de hecho, es más probable lo contrario) y las empresas son cada vez más renuentes para proporcionarlos. Eso deja la carga en los hombros de cada trabajador, que enfrenta toda clase de problemas y desventajas para procurar esos servicos. Por nombrar algunos casos: guarderías para familias donde trabajan ambos padres, capacitación laboral, pensiones, servicios médicos, etc.

Lo anterior permite divisar cuál sería el papel y la forma de los nuevos sindicatos. De entrada, la vieja orientación de sindicatos de empresas o industrias ya no es viable. El obrero de fábrica tiene más en común con su contraparte de otra industria que con un programador que trabaja en la misma firma. En otras palabras, los sindicatos se formarán alrededor de grupos ocupacionales, sin importar la industria o la empresa.

Estos sindicatos ocupacionales ayudarán, mediante su escala, a sus miembros a tener acceso a los servicios que ya no quieren proveer gobiernos y empresas, como guarderías. De cierta forma, los visualizo más como agencias de recursos humanos que como los enemigos del capital. Por ejemplo, asistirían a sus miembros a obtener la capacitación requerida para estar al día, encontrar trabajo si el suyo desaparece o incluso entrenarlo para otra clase de puesto si está en una ocupación sin futuro. A la larga, esto podría ser incluso útil para las mismas empresas.

Por otro lado, los nuevos sindicatos empezarán a asemejarse a las propias empresas en el sentido de que necesitarán expandirse a escala mundial y formar alianzas cambiantes. Esto servirá para suavizar el impacto de las dislocaciones de la globalización. Por ejemplo, un sindicato no estaría tan opuesto a que ciertas funciones de una empresa sean trasladadas a la India si en este destino los nuevos empleos forman parte de ese gremio y si puede captar parte de los beneficios globales de esa operación a favor de sus miembros desplazados.

Finalmente, los sindicatos pueden ser un contrapeso a los equipos gerenciales. Los escándalos corporativos recientes confirman que los consejos de administración no son capaces en su mayoría de controlar y supervisar al equipo ejecutivo. La misma dispersión del capital lleva a que los propios ejecutivos llenen a los consejos de amigos u otros ejecutivos. Vaya, en este grupo hay una fuerte conciencia de clase que impide un buen gobierno corporativo. Los nuevos sindicatos tendrían una visión mucho más pragmática y amplia al estar involucrados en toda clase de sectores y empresas, lo cual les permitiría conocer las necesidades reales de las firmas y los medios más eficientes para alcanzarlas.

En fin. No soy experto en esta materia ni mucho menos. Pero es claro que un futuro en donde los trabajadores se tengan que rascar sólo con sus propias uñas es tan indeseable como uno dominado por el estupor del sindicalismo tradicional. Algo tiene que llenar ese vacío.